¿Qué dice William James sobre la memoria?

¿Qué dice William James sobre la memoria? Ay, qué pregunta tan compleja… me hace pensar en mi abuela, ¿recuerdas su memoria? Un pozo inagotable de anécdotas, algunas precisísimas, otras… bueno, digamos que la edad le jugaba algunas malas pasadas. Pero ahí estaba, la memoria, tan ligada a ella, a su esencia. Igual que decía William James, ¿no?

Para él, la memoria no era algo aparte, flotando por ahí como un alma en pena. No, no, para nada. James creía, y yo con él, que la memoria está pegada al cerebro, como una enredadera a un viejo roble. Un cerebro sano, una memoria ágil; un cerebro dañado… uff, ni quiero imaginarlo. Recuerdo a un amigo que tuvo un accidente, un golpe brutal en la cabeza… y desaparecieron trozos de su vida, como si alguien hubiera borrado páginas enteras de un libro. Duro, ¿verdad? Realmente duro.

Su idea es simple, pero tan poderosa. La memoria no es un archivador mágico donde guardamos todo ordenadamente. Es un proceso, algo que pasa, algo cerebral, algo tan físico como el latido de tu corazón. ¡Y eso me impresiona! Piénsalo: cada recuerdo, cada sensación, cada aroma que te trae una oleada de nostalgia… todo eso tiene su base material en ese increíble órgano que es nuestro cerebro. A veces me asombra pensar en la cantidad de información que hay ahí dentro, se dice que el cerebro humano tiene una capacidad de almacenamiento que supera los 2.5 petabytes… ¡Un número alucinante! Casi como decir “infinito”, ¿no?

James tenía razón. Sin un cerebro en funcionamiento, no hay memoria. Es tan obvio, y sin embargo, tan profundo. Es como si la propia identidad, la narrativa de nuestra vida, dependiera directamente de la salud de este órgano tan maravilloso, tan vulnerable. Y es por eso que hay que cuidarlo, ¿verdad? Como cuidamos lo más preciado que tenemos.