¿Cómo se responde a la luna está hermosa?

¿Cuál es la respuesta a La luna es hermosa, ¿no??

La luna… sí, hermosa. Una belleza silenciosa, penetrante. Como un susurro en la noche. Un susurro que se repite, que resuena en el vacío. La luna, siempre la luna, dominando la oscuridad con su pálida luz. Su luz, un destello frágil, casi etéreo. Mi luna, la de mis noches en la azotea de mi casa de la calle Toledo, 27.

La belleza es una afirmación, no una pregunta. ¿No? No es una pregunta, es una invitación a compartir la contemplación. Un ofrecimiento de belleza. El silencio cómplice de dos almas ante la inmensidad. El peso de la noche, la quietud, el simple deleite. Esa noche, el aire frío de 2024 en Madrid, pegaba a la piel.

• El significado… ¿el significado? No busco un significado. La siento.
• Simplemente es. Un sentimiento, una verdad elemental.
• Una conexión íntima con la naturaleza, un momento.

La traducción… “The moon…” Sí, esa simpleza en inglés, la misma simpleza en español. La luna es hermosa, punto. No necesita más. No precisa de explicaciones. Es.

La luna y su reflejo en el Guadalquivir, en Sevilla, ese verano pasado… esa imagen me persigue aún, la luz en el agua. Una belleza intangible. La misma luna, otra noche, otro recuerdo. Los recuerdos, como la luna, a veces pálidos, a veces luminosos.

El significado es el sentimiento que provoca. Melancolía, tal vez. Paz, seguramente. Admiración, sin duda. Un eco en el alma. Un eco que persiste. La luna persiste, siempre.

Un dato personal: Recuerdo que esa noche en Madrid, había también un gato, negro, observando la luna conmigo, desde la distancia. Un gato silencioso, como la luna. Un compañero en la contemplación.

¿Cuál es la frase de la Luna?

Aquí en la oscuridad… con la luz de la luna filtrándose por la ventana… pienso en esa frase. “Un pequeño paso para el hombre, un gran salto para la humanidad.” Sí, esa es la que todos recuerdan.

Pero yo… yo recuerdo otra. Una que me marcó más. No sé por qué. Me la dijo mi abuelo, creo que fue el verano del 2022. Estábamos mirando las estrellas en el jardín, y señaló la luna. Era enorme, brillante, y yo era pequeña. Siete años, si mal no recuerdo.

Me dijo: “Mira, la luna siempre está ahí, aunque no la veamos. Como la gente que queremos.” Fue poco antes de que él… bueno, ya no está.

• La luna. Siempre presente.
• Mi abuelo. Ausente.

Es curioso cómo funciona la memoria. Cómo una frase tonta puede doler tanto. La frase de la luna… para mí es esa. No la de Armstrong. La de mi abuelo. Y ahora, en la madrugada del 2 de noviembre de 2024, aquí estoy… pensando en él. Y en la luna, claro. Siempre ahí.

¿Cuál es el proverbio de la luna?

El proverbio de la luna… cuando el sabio señala la luna, el necio mira el dedo.

A veces, me siento tan necio. Veo el dedo, la forma en que la uña está mordida, la pequeña cicatriz. Me quedo en eso. Pierdo la luna por completo.

• No sé por qué hago esto.
• Quizá es más fácil criticar el dedo. La luna asusta. Es inmensa, inalcanzable.
• El dedo, en cambio, puedo comprenderlo. Puedo juzgarlo. Puedo sentirme, por un instante, superior.

Hoy vi la luna llena. Hermosa, sí, pero pensé en mi abuelo, el que siempre me la señalaba. Ya no está. Así que me quedé mirando mi propia mano, arrugándose. Quizá el dedo es el recuerdo.

Odiaba que me contara siempre las mismas historias. Ahora daría lo que fuera por escucharlas otra vez. Por que me señalara la luna con su dedo tembloroso, y yo… escuchar, de verdad.