¿Cuál es la diferencia entre un babylight y los reflejos?

¿Babylights o reflejos? ¡Ay, qué dilema! Recuerdo cuando me hice mi primer balayage, pensé que era lo mismo… ¡y qué equivocada estaba! Al final, me quedé con un rubio… bueno, llamémoslo “un poco demasiado” reflejos, ¡y parecía un mapache! Casi lloro.

Entonces, ¿cuál es la verdadera diferencia entre babylights y reflejos? ¿Por qué hay tanta confusión? Porque, a simple vista, parecen iguales, ¿no? Pues no. La clave está en los detalles, en esos pequeños matices que marcan la diferencia entre un look natural y… bueno, otro mapache.

La cosa es así: los babylights, si quieres mi opinión, son como esos pequeños rayos de sol que iluminan el pelo de un niño. ¡Esos reflejos que parecen casi… accidentales! Se iluminan muchísima más zona de la cabeza, cubriendo gran parte del cabello, a diferencia de los reflejos que, normalmente, se centran alrededor de la cara, para enmarcarla. Piensa en la diferencia: uno es como un lienzo, sutil, luminoso y ¡tan natural! El otro, puede ser precioso también, pero es más…intenso, ¿sabes? Más definido.

Recuerdo a mi amiga Ana, con sus babylights perfectos. ¡Parecía una diosa griega! Y ella me decía, “es que quería algo muy natural, que no se notara mucho el tinte”. Mientras que yo… bueno, ¡ya sabes mi historia!

En resumen, según entendí tras mi traumática experiencia y viendo ejemplos como el de Ana, los babylights buscan una iluminación general, ¡muy sutil, muy bonita! Mientras que los reflejos, son aclarados más focalizados, más estratégicos, para resaltar ciertas zonas, generalmente alrededor de la cara. ¿Ves la diferencia? Uno es una lluvia de luz, el otro, un foco. Y no es que uno sea mejor que el otro, ¡para nada! Depende del efecto que quieras conseguir.

Así que, antes de lanzarte a la tijera y al tinte, piénsalo bien. ¿Buscas un look natural y luminoso, que parezca que el sol ha besado tu pelo? Babylights. ¿Prefieres algo más definido, que marque tus facciones? Reflejos. ¡Ah! Y no olvides llevar fotos, ¡muchas fotos! Para que la peluquera, ¡por favor, que te entienda bien!