¿Cuál es la tela más suave para la piel?

¿Cuál es la tela más suave para la piel? Pues… ¿qué te digo? Para mí, sin duda, es la seda. ¡Es que no hay punto de comparación! Recuerdo una vez, tenía como diez años, y mi abuela me regaló un pañuelo de seda. Era diminuto, color marfil, con un bordado delicado… Lo tocaba y lo volvía a tocar. Esa suavidad… ¿cómo explicarlo? Era como acariciar una nube.

La seda es suave, sí, pero es mucho más que eso. Es como si respirara contigo. Transpirable, dicen, y es verdad. En verano no te da calor y en invierno no te deja pasar el frío. ¿Magia? No sé, pero funciona. Además, ¡adiós a los ácaros! Algo fundamental para alguien como yo, con la piel sensible. Ya sabes, esas alergias que te amargan la vida… con la seda, al menos en ese aspecto, ¡despreocúpate!

Dicen – he leído por ahí, no recuerdo dónde – que regula la temperatura corporal. La verdad, no sé si es cosa de la ciencia o simplemente una sensación, pero con la seda siento una comodidad… ¿Conoces esa sensación de “encajar” en algo? Pues eso.

Y esa textura… ¡Inigualable! He tocado muchas telas, créanme, muchas. Algodón, lino, cashmere… todas tienen su encanto, claro. Pero la seda… la seda es otra historia. Es delicada, casi etérea. Como si te acariciara la piel con un susurro. ¿Exagerada? Tal vez. Pero es que, ¿quién puede resistirse a la seda? Yo, desde luego, no.