¿Qué hacer cuando no tienes bañera?

¡Uf, la eterna pregunta! ¿Qué hacemos cuando no tenemos bañera? Lo digo yo, que he pasado por todas. ¿Ducha rota? ¿Mudanzas a pisos diminutos? ¿Viajes interminables con duchas… digamos, “dudosas”? La vida es así, a veces te pone a prueba con las cosas más básicas.

Así que, sí, la pregunta es crucial. Y la respuesta, afortunadamente, no es vivir oliendo a calcetín sudado (¡perdón por la crudeza!). Porque, seamos sinceros, a veces la ducha no está disponible. Y no pasa nada, hay alternativas.

Olvídate de la desesperación, que tenemos soluciones ingeniosas:

• Baños de lavabo: Vale, no es lo mismo que un jacuzzi con burbujas y sales de baño (¡ay, qué tiempos!), pero ¡oye!, cumple su función. Agua templadita, una toallita suave… y a enfocarse en las zonas clave. ¿Os acordáis de las abuelas que se lavaban así a diario? ¡Y mira qué limpias estaban! Un buen repaso al cuello, las axilas… ya me entendéis. Es como un “refresh” rápido, ¿no?

• Toallitas húmedas: ¡Oh, las toallitas! ¡Qué invento! Las de bebé son ideales, sí, pero las de adultos también vienen de maravilla. Yo las he usado en festivales, en viajes en autobús interminables… ¡me han salvado la vida! Refrescan, limpian, y te dan esa sensación de… “¡ufff, menos mal!”. ¿Sabéis qué? Hasta hay algunas con olor a lavanda. ¡Un pequeño lujo!

Al final, ¿sabes qué he aprendido? Que la higiene es importante, sí, pero que también lo es adaptarse a las circunstancias. Y que, a veces, un poco de ingenio y una toallita húmeda pueden hacer maravillas. ¡Ánimo, que el mundo está lleno de posibilidades!