¿Qué hacer si mi tatuaje se ve opaco?

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¡Ay, qué coraje da cuando un tatuaje pierde su brillo! A mí me pasó y sentí que toda la ilusión se iba. Lo primero que hice fue darle amor con la crema que me recomendó el tatuador. ¡Es como darle de comer a la piel sedienta! Y ni hablar del sol, ¡enemigo número uno! Lo evité a toda costa porque no quería que mi tatuaje se viera como un recuerdo descolorido. ¡Paciencia y cuidado son la clave!

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¿Qué hacer si mi tatuaje se ve opaco? Uff… ¿A quién no le ha pasado? Es como ver un pedacito de tu historia desvanecerse, ¿no? A mí me pasó con el colibrí que llevo en la muñeca. Lo veía cada día más apagado, como si le faltara vida. Me dio una tristeza… Sentía que perdía algo especial. Lo primero, ¡pánico! Corrí a buscar la crema que me dio el tatuador, la de siempre, la que huele a coco. Es que, ¿qué sería de nosotros sin esas cremitas mágicas? La untaba con cuidado, como si estuviera mimando a una plantita delicada. Casi podía sentir cómo mi piel, y el tatuaje con ella, lo absorbía todo. ¡Como tierra seca después de la lluvia!

Y el sol… ¡ni hablar del sol! Ese es el verdadero villano de la historia. Recuerdo una vez que fui a la playa y, aunque me puse protector solar (¡religiosamente!), creo que no fue suficiente. Al volver, mi pobre colibrí estaba más pálido que nunca. ¡Lección aprendida! Ahora, si voy a estar expuesta al sol, lo cubro con una tela finita o directamente me pongo una camisa de manga larga. Aunque sea verano y haga un calor… ¡qué se le va a hacer! Vale la pena el sacrificio.

He leído por ahí, no sé dónde, que usar ropa muy ajustada también puede afectar. No sé si será cierto, pero por si acaso, intento no apretujar demasiado la zona del tatuaje. Mejor prevenir que curar, ¿verdad?

En fin, que no es cosa fácil mantener un tatuaje vibrante. Es una especie de compromiso a largo plazo. Requiere paciencia, constancia… A veces me pregunto si me arrepentiré algún día, pero luego lo miro, aunque esté un poco opaco, y me acuerdo de por qué me lo hice. Y entonces sé que todo el esfuerzo vale la pena. Es un pedacito de mí, y lo voy a cuidar como se merece.