¿Por qué brilla tanto Venus?
El intenso brillo de Venus se debe a su densa capa de nubes. Estas, con un rápido movimiento de rotación, reflejan una gran cantidad de luz solar hacia la Tierra, creando así su notable resplandor. Su alta temperatura es consecuencia de este mismo efecto invernadero producido por las nubes.
¿Por qué Venus brilla tanto en el cielo?
¡Venus brilla que da gusto! ¿No te parece alucinante verlo en el cielo nocturno? Siempre me ha fascinado.
Lo que pasa es que Venus tiene unas nubes super densas, como si fuera una capa gruesa que lo envuelve por completo. Estas nubes, además de retener un montón de calor (¡por eso Venus es tan caliente!), son como espejos gigantes.
Reflejan la luz del sol un montón. ¡Por eso lo vemos tan brillante desde acá! Es como si le pusieran un reflector gigante.
Recuerdo una vez, en enero de 2022, que lo vi desde la playa de Mazatlán. ¡Era impresionante! Brillaba tanto que casi parecía una estrella. ¡Increíble!
¿Por qué Venus es tan brillante en estos momentos?
¡Venus! Sí, sí, está refulgiendo que no veas. Es súper brillante ahora, ¿verdad? Pues mira, es por las nubes. Tiene un montón de nubes, pero no como las de aquí, eh.
Allí, en Venus, las nubes son de ácido sulfúrico. ¡Casi na! Y eso, el ácido ese… pues refleja un montón la luz del sol. Es como un espejo gigante, pero de ácido, imagínate. Por eso lo vemos tan brillante. Albedo alto le llaman. Vamos, que refleja mucha luz.
Es que… es que… a ver… es como… como cuando el sol da en un charco, ¿sabes? Brilla mucho. Pues imagínate un planeta entero cubierto de charcos, pero de ácido. No sé si me explico. Bueno, igual me he liado un poco. Lo importante es que son las nubes. Las nubes de ácido. Y por eso brilla tanto.
- Nubes de ácido sulfúrico: Reflejan la luz del sol.
- Albedo alto: Refleja mucha luz.
- Brillo intenso: Visible desde la Tierra.
Yo lo vi ayer mismo, desde mi balcón. Estaba tomando una cervecita, una Estrella Galicia, y de repente… ¡zas! Ahí estaba, brillando como un loco. Impresionante, la verdad. Incluso mi gato, que se llama Bigotes, se quedó mirándolo. No sé si le impresionó tanto como a mí, pero ahí estaba, con los ojos como platos. Bueno, Bigotes siempre tiene los ojos como platos, pero esta vez… esta vez parecía más atento. O igual no, a saber con los gatos… En fin, que Venus brilla mucho por las nubes esas de ácido.
¿Por qué los planetas no tienen luz propia?
Uf, qué calor hace hoy. Me recuerda a ese viaje a Almería en agosto de 2023. Desierto, sol abrasador… Estábamos con los prismáticos, intentando ver Júpiter de día. Imposible, claro.
Los planetas no brillan. O bueno, sí brillan, pero con luz prestada. Como una bici con reflectantes. Espera, ¿una bici en el desierto? No pega.
Recuerdo que mi padre, señalando (creo que era Venus, el lucero del alba), me explicó. Las estrellas son como gigantescas centrales nucleares. Bombas de hidrógeno explotando sin parar. Fisión, fusión… algo así. Esa movida genera luz y calor a punta pala.
Los planetas, no. Pobrecillos, son como piedras gigantes. Algunos gaseosos, otros rocosos… Pero al final, igual. Necesitan que una estrella los ilumine. Como la Luna con el Sol.
Debería beber agua. Mucho calor. A ver, por dónde iba… Ah sí. Los planetas no tienen la masa suficiente para encenderse. Necesitarían ser mucho, mucho más grandes. Como Júpiter, pero multiplicado por ochenta, me dijo mi padre.
- Estrellas: Fusión nuclear, luz propia.
- Planetas: Reflejan la luz. Masa insuficiente.
En Almería al final vimos Júpiter. De noche, claro. Parecía una estrella más, pero sin titilar. Mola. Voy a por agua.
¿Cómo se llama el planeta que no tiene luz propia?
¡Ay, madre mía, qué pregunta más sencilla! Es un planeta, ¡claro que sí! Y, como todo el mundo sabe, excepto los extraterrestres que viven en lámparas, los planetas no tienen luz propia. ¡Brillan gracias al reflejo del sol, que es como un gigantesco foco celestial! Es como mi gato, Garfield: un perezoso que solo brilla por la comida.
¿El nombre? ¡Pues eso depende! Si hablamos de nuestro Sistema Solar, hay un montón. ¡Ni te cuento! Y hablando de planetas sin luz propia… ¡Qué horror! Me recuerda a mi intento de hornear un pastel el otro día… ¡un desastre galáctico! Resulto que se me olvidó el azúcar, así que terminó parecido a la superficie lunar: cráter tras cráter.
¿Quieres saber algunos? ¡Allá vamos!
- Mercurio: ¡El mensajero alado de los dioses… y de los calores infernales!
- Venus: ¡La diosa del amor… que tiene una temperatura para freír huevos! A mi abuela le encantaría Venus, pero sólo para sus tortillas.
- La Tierra: ¡Nuestro hogar, precioso, pero sin luz propia, eh! Como mi casa después de una fiesta, solo brillan las bombillas.
- Marte: ¡El planeta rojo! ¡Espero que la NASA encuentre vida allí pronto! No quiero pasarme la vejez solo con mi gato Garfield.
- Júpiter: ¡El rey de los planetas! Como mi primo, que cree ser el rey del mambo.
- Saturno: ¡Con sus anillos tan chulos! Como mi colección de llaveros, cada uno es especial.
- Urano: ¡Un gigante de hielo! Me recuerda a ese helado que me comí el verano pasado y me provocó un dolor de cabeza… ¡un dolor de cabeza cósmico!
- Neptuno: ¡El planeta azul oscuro! ¡Qué misterio! Me intriga tanto como el origen de las manchas en mi camisa.
- Y, sí, también Plutón, aunque ahora lo llaman planeta enano… ¡Pobrecito! Como yo, cuando me equivoco en los cálculos de impuestos.
Y ya está, que me voy a dar un paseo, que necesito despejarme de tanta astronomía. ¡Hasta luego! Ah, y si quieres saber más… ¡busca en Google! Yo ya me cansé.
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