¿Por qué se ve más grande la Luna?

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La ilusión óptica de una Luna más grande cerca del horizonte se debe a la comparación con objetos terrestres. Nuestro cerebro, al ver la Luna junto a elementos del paisaje, la percibe como más cercana y, por tanto, mayor.
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La Ilusión de la Luna Grande: Una Perspectiva Neurocognitiva

La observación del cielo nocturno a menudo nos sorprende con la vista de una Luna colosal cerca del horizonte, una ilusión óptica que ha intrigado a los observadores durante siglos. La razón científica detrás de este fenómeno se atribuye a un efecto neurocognitivo conocido como “comparación de tamaño relativo”.

Cuando la Luna se encuentra cerca del horizonte, nuestro cerebro la compara inconscientemente con objetos terrestres como edificios, árboles y montañas. Esta proximidad ilusoria crea una sensación de cercanía, lo que lleva a nuestro cerebro a percibir la Luna como más grande de lo que realmente es.

Nuestro cerebro utiliza las pistas contextuales de los objetos terrestres para estimar el tamaño de los objetos celestes. Cuando la Luna está baja en el cielo, está rodeada de objetos terrestres que parecen relativamente pequeños en comparación con su tamaño aparente. Esta comparación engaña a nuestro cerebro, haciéndole creer que la Luna está más cerca y, por lo tanto, más grande.

Además, la atmósfera terrestre juega un papel en esta ilusión. Cerca del horizonte, la luz de la Luna debe viajar a través de una capa más gruesa de la atmósfera, lo que provoca una dispersión y refracción de la luz. Esto hace que la Luna parezca más borrosa y difusa, lo que también contribuye a su apariencia más grande.

Curiosamente, esta ilusión óptica no se limita a la Luna. Otros objetos celestes, como el Sol y las estrellas, también parecen más grandes cuando están cerca del horizonte. Sin embargo, el efecto es más pronunciado con la Luna debido a su tamaño y proximidad relativa a la Tierra.

La ilusión de la Luna grande sirve como un recordatorio fascinante de la naturaleza subjetiva de nuestra percepción. Nuestro cerebro, al ser un procesador de información complejo, utiliza pistas contextuales y sesgos cognitivos para interpretar el mundo que nos rodea. En el caso de la Luna, esta ilusión crea una experiencia visual intrigante que continúa sorprendiendo y cautivando a los observadores hasta el día de hoy.