¿Cómo funciona un dispenser de agua fría y caliente?

Ay, Dios mío, ¿cómo funciona esto de verdad? Siempre me he preguntado… ¡qué maravilla de la ingeniería! Recuerdo cuando mi abuela tenía uno de esos dispensadores, gigantesco, parecía un robot de ciencia ficción. Era de esos que hacía un ruido infernal cuando encendía la resistencia, ¡una auténtica sinfonía de zumbidos y chasquidos! Me encantaba verlo, aunque ahora entiendo que quizá no era tan eficiente energéticamente hablando, ¿no?

En fin, el asunto es que, básicamente, ¡se conecta a la luz! Es como magia, ¿verdad? Conectas el bicho a la corriente y ahí dentro, de repente, hay dos sistemas trabajando a destajo. Uno, un sistema de refrigeración – que imagino como un pequeño iceberg artificial, luchando contra el calor – enfría el agua. ¡Qué frío debe de hacer ahí dentro, eh? Y el otro, una resistencia eléctrica, ¡una pequeña bomba de calor!, que calienta el agua a una temperatura que uno elige, ¡como si fuera un genio de la lámpara! Seleccionas lo que quieres: un refrescante sorbo de agua helada o un té calentito para combatir el frío de una tarde invernal – casi puedo saborear el aroma ahora mismo.

Recuerdo una vez que se rompió el dispensador de mi oficina. ¡El caos que se armó! ¡Mucha gente desesperada por un café caliente o un vaso de agua fresquita para combatir la resaca de la noche anterior! Parecía que el mundo se acababa… hasta que llegó el técnico y lo arregló en un periquete. ¡Claro, después de que pagáramos un dineral! Casi me da un infarto.

En fin, eso es, en resumen. Dos sistemas, uno frío, uno caliente, funcionando gracias a la electricidad. ¡Sencillo, pero brillante! Es algo tan cotidiano, pero esconde una pequeña maravilla de la tecnología. Aunque claro, a veces, uno se pregunta… ¿cuánto cuesta mantener esa maravilla funcionando? Las facturas de la luz… ¡ay, las facturas de la luz!