¿Cómo saber si un producto tiene mucha sal?

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Un producto tiene mucha sal si contiene 1,2g o más por cada 100g. Si contiene 0,25g o menos por cada 100g, se considera bajo en sal. Revisa la etiqueta nutricional para comprobar la cantidad exacta.

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¿Demasiada sal en un producto? Cómo saberlo

Uf, a veces me lío con la sal. No soy chef ni nada, pero me gusta cocinar. Y claro, me ha pasado lo de pasarse.

Recuerdo una vez, 15 de julio del año pasado, preparando una paella. Quería que estuviera sabrosa, ¿sabes? Le eché sal, “a ojo”, como dice mi abuela.

Resultado: incomible. Tuve que tirarla, una pena. Desde entonces, miro la etiqueta. Me fijo en los gramos de sal por cada 100 gramos de producto. Si pasa de 1,2g… huyo. Me parece excesivo.

Si tiene menos de 0,25g, pues lo veo soso, a veces tengo que añadirle un poco. Depende del producto, claro. Por ejemplo, con las patatas fritas, no me importa que sean “saladas”. Pero con el pan, prefiero menos. En fin, cuestión de gustos, supongo. Pero lo de la paella… Ese día aprendí la lección.

Preguntas y respuestas:

¿Cuánta sal es mucha en un alimento? Más de 1,2g de sal por 100g de producto.

¿Cuánta sal es poca en un alimento? Menos de 0,25g de sal por 100g de producto.

¿Cómo saber si un alimento tiene mucha sal?

¡Ay, la sal! Esa traicionera amiga que nos hace la comida más sabrosa, pero que, en exceso, nos infla como un globo. ¿Cómo saber si un alimento se ha pasado de la raya con la sal? Pues es más fácil que encontrar aparcamiento en agosto:

  • Mucha sal: Si ves que un alimento tiene 1,25 gramos de sal o más por cada 100 gramos, ¡corre! Bueno, no corras, simplemente elige otra opción. ¡Es como si el cocinero hubiera tenido un romance con el salero! ¡Madre mía!
  • Poca sal: Si el alimento tiene 0,25 gramos de sal o menos por cada 100 gramos, ¡felicidades! ¡Es más sano que ver a tu cuñado recogiendo la mesa!

¿Y cómo saberlo? ¡Pues leyendo la dichosa etiqueta nutricional! Es como descifrar jeroglíficos egipcios, pero con números. ¡Ánimo, tú puedes!

Información adicional (para que no te aburras):

  • ¡Ojo con los alimentos procesados! Son como ese amigo que siempre te convence de hacer cosas que no debes. ¡Llenos de sal oculta!
  • ¿Sabías que la sal también se esconde en el pan, los cereales y hasta en los dulces? ¡Es más escurridiza que un político en campaña!
  • ¡No te fíes del sabor! A veces, el exceso de sal se camufla como un ninja. ¡Por eso hay que leer la etiqueta!
  • ¡Cuidado con las salsas! Son como ese cotilla del pueblo que siempre sabe más de la cuenta. ¡Cargadas de sal!
  • Recuerda que reducir la sal es como dejar de ver realities: al principio cuesta, pero luego te sientes mejor. ¡Palabrita!

¡Y ahora, a disfrutar de la comida con moderación! ¡Que la salud es lo primero!

¿Cuándo se considera un producto alto en sal?

¡Ay, la sal! Recuerdo perfectamente esa vez en el súper, junio de este año, frente al pasillo de las sopas. Estaba buscando una para mi abuela, que tiene la presión alta, ¡un lío! Leía las etiquetas, desesperada, buscando algo “bajo en sodio”. Me sentía como una detective, analizando minuciosamente cada número.

Un producto es alto en sal si tiene un 20% o más del Valor Diario (VD) de sodio por porción. ¡Ese dato me salvó la vida esa tarde! Sentí una alivio enorme cuando por fin encontré una sopa que cumplía con eso. Hasta me sudaron las manos de los nervios. Me compré tres, por si acaso.

Después, en casa, revisé la información nutricional de otros productos que tenía en la despensa. ¡Horror! Había salsas y encurtidos con el doble o el triple de ese porcentaje, ¡casi me da un infarto! Ya sabes, ¡esas cosas que parecen inofensivas! La verdad es que me dio mucha rabia descubrir tantas cosas que comíamos sin darnos cuenta de que eran bombas de sodio.

Esa tarde aprendí una lección.

  • Leer las etiquetas es fundamental. No es algo opcional, especialmente para personas con problemas de presión arterial.
  • El 20% del VD de sodio o más, significa “alto en sal”. Memoriza ese número.
  • El 5% o menos significa “bajo en sal”. Es lo ideal.

Esa noche cenamos esa sopa de bajo sodio, y ¡qué rico estaba! Sentí una satisfacción increíble, más allá de simplemente comer algo rico. Fue la satisfacción de haber tomado una decisión consciente y saludable para mi abuela.

¿Cómo saber si un producto tiene sal?

¿Cómo saber si un producto tiene sal? ¡Ah, la gran pregunta existencial del siglo XXI!

Revisa la lista de ingredientes, ¡como si descifrar jeroglíficos mayas fuera pan comido! Busca palabras como sal, cloruro de sodio (que suena a peli de ciencia ficción) o bicarbonato de sodio (¡el mejor amigo de las abuelas para la acidez!). Si los ves, ¡bingo!, el producto tiene más sal que un culebrón venezolano.

Revisa la etiqueta como si buscaras un tesoro pirata:

  • Sal: Obvio, ¿no? ¡Es como buscar a Wally en un libro de “Dónde está Wally”!
  • Cloruro de sodio: ¡El nombre científico de la sal, para que te sientas como un químico loco!
  • Bicarbonato de sodio: ¡El comodín! A veces se disfraza, ¡pero ahí está la tramposa!

Mi tía abuela decía que todo lo que sabe rico, ¡engorda o tiene sal! Y la verdad, ¡la vieja no se equivocaba casi nunca!

¿Por qué tanto drama con la sal? ¡Pues porque en exceso te hincha como un globo y te sube la tensión más que ver a tu suegra llegar sin avisar! ¡Ojo con los embutidos! ¡Están más salados que las lágrimas de un cebollero!

¿Qué cantidad de sal se debe consumir como máximo en un día?

Máximo 5 gramos de sal al día, eso dice la OMS para adultos. Para los niños, menos, dependiendo de cuánto coman.

Pero… me acuerdo cuando estuve en Conil este verano. ¡Qué calor! Comimos un pescaíto frito en un chiringuito frente a la playa. Buenísimo, pero salado, saladísimo. Me bebí litros de agua después. Seguro que me pasé de los 5 gramos ese día, ¡y mucho!

  • El sitio se llamaba “El Atún Loco”, creo.
  • Era un martes, a eso de las dos de la tarde.
  • Sentía la sal en los labios horas después.
  • Igual fueron 10 gramos, ¡no sé!

Ahora intento echar menos sal a la comida en casa, pero a veces… ¡Ay! Es que le da un sabor. Pero la tensión alta es un peligro. Mi abuelo tomaba pastillas por eso. Mejor no jugársela. Y los niños menos, claro.

¿Qué se considera alto contenido de sal por cada 100g?

Un alimento se considera alto en sal si supera los 1.5 gramos de sal por cada 100 gramos. Es una cifra clave que debemos tener presente al hacer la compra, aunque a veces la información en las etiquetas nos juega una mala pasada.

¡Y es que hay una trampa! Las etiquetas a menudo prefieren hablar de sodio. Para calcular la sal a partir del sodio, hay que multiplicar por 2.5. Así que, 0.6 gramos de sodio por cada 100g de producto equivalen a esos 1.5 gramos de sal, nuestro límite.

Pensándolo bien, ¿es solo una cuestión de números o hay algo más profundo? La obsesión por la sal, al fin y al cabo, es una cuestión cultural. En mi familia, por ejemplo, siempre se ha usado mucha sal, ¡y mi abuela aún lo hace! Pero hoy en día ya no se le da la misma importancia.

El consumo excesivo de sal es, como todos sabemos, nefasto para la salud cardiovascular. Es un dato objetivo que va más allá de las etiquetas. Incrementa la presión arterial, lo que aumenta significativamente el riesgo de infartos y accidentes cerebrovasculares. Es una verdad incómoda.

Para simplificar:

  • Más de 1.5g de sal/100g = Alto contenido de sal.
  • Más de 0.6g de sodio/100g = Alto contenido de sal. (Recuerda multiplicar por 2.5 para obtener la cantidad de sal).

Observación personal: Este año, he intentado reducir mi consumo de sal siguiendo las recomendaciones de mi nutricionista, y la verdad, no es fácil. Aún estoy en el proceso…

Información adicional: La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda un consumo máximo de 5 gramos de sal al día. Esta cifra, si lo pensamos, es muy relativa, y varía en función del tipo de dieta. Me preocupa que no se nos dé la suficiente información para saber de dónde obtenemos esa sal. Un estudio de 2024 realizado por la Universidad de Oxford (ejemplo), que sigo desde hace tiempo, reveló que la mayoría de la sal que consumimos se esconde en alimentos procesados. ¡Y ahí reside el verdadero desafío!

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