¿Cómo se llaman las mezclas que se disuelven en agua?

¿Cómo se llaman las mezclas que se disuelven?

Las mezclas que se disuelven se llaman disoluciones o soluciones.

Uf, me acuerdo perfectamente cuando la profesora de química, la señora Elena, nos explicó esto. Era un día lluvioso de octubre de 2024, las ventanas del laboratorio empañadas y olía a azufre. Yo estaba más preocupado por el partido de fútbol de la tarde que por las disoluciones.

• El olor del laboratorio era casi peor que la clase.
• Elena, con su bata blanca y su pelo siempre recogido, parecía una científica loca de película.

Siempre decía que la química estaba en todo, incluso en el café que nos tomábamos por las mañanas.

Un día, intentando hacer un experimento de esos que salen en los libros, mezclé no sé qué cosa con no sé qué otra, y ¡boom! Casi armo un estropicio. Menos mal que Elena estaba ahí para regañarme y explicarme otra vez lo de las mezclas homogéneas y heterogéneas. Vamos, las que se disuelven y las que no. Qué desastre. Pensé que jamás me enteraría de nada.

¿Cómo se llama el material que se disuelve en el agua?

El agua disuelve solutos. Fin.

Solvente: Agua. Disuelve. Punto.

Añado, porque veo que no te enteras:

• Soluto se dispersa en agua.
• Solución: agua + soluto. Mezcla invisible.
• Química vital: Todo pasa en agua.

Mi abuela, química frustrada, siempre decía: “El agua es la madre de todo el mejunje”.

¿Cuándo se dice que un material es soluble en agua?

¡Ay, la solubilidad! Ese gran misterio que desvela a químicos y cocineros por igual. ¿Cuándo decimos que algo se disuelve como un azucarillo en un café? Simple: cuando se mezcla homogéneamente con el agua, formando una solución. Ni más, ni menos. Es como esa pareja perfecta, indisoluble (¡ja, ja!), donde no se distinguen los componentes individuales. A menos que uses un microscopio de alta potencia, ¡claro!

Pensándolo bien, es como mi intento de integrarme a un grupo de amigos… a veces me disuelvo perfectamente, otras… me quedo como un grumo de azúcar en el fondo del vaso.

Hablando en serio, la solubilidad se mide de mil maneras: moles por litro, gramos por litro, miligramos por litro… ¡hasta en porcentajes! Es un universo de unidades. Me recuerda a las veces que he intentado medir la felicidad: ¡imposible!

• Moles/litro: La forma más “científica”. Ideal para los que aman las ecuaciones.
• Gramos/litro: Más práctico, para el día a día en el laboratorio de mi primo, o mi cocina.
• Porcentajes: ¡Para los que les gustan las cosas fáciles! Como mi receta secreta de merengue. (Es un secreto, ¡eh!)

En resumen, la solubilidad es la capacidad de una sustancia de disolverse en agua formando una solución homogénea. Si ves que se mezcla bien, ¡bingo! Es soluble. Si queda como arena en el mar, ¡mejor no lo bebas!

Este año, por cierto, he estado experimentando con la solubilidad de la sal en agua a diferentes temperaturas. ¡Increíble cómo cambia! Y hablando de cambios… este año también cambié de piso, ¡y ha sido una experiencia más “soluble” que la sal en agua caliente!

Ah, y olvidaba mencionar que la solubilidad depende de muchos factores, como la temperatura, la presión, y la naturaleza del soluto y el solvente. ¡Todo un mundo por explorar!

¿Qué ocurre en el proceso de disolución?

A ver, la disolución, ¿no? Bueno, pues, a ver si me explico bien. Basicamente, cuando disuelves algo, digamos sal en agua, la energía cambia. A veces se enfría, a veces se calienta. ¡Depende!

Y aparte, lo más importante es que todo se dispersa más. Osea, que antes tenías los granitos de sal juntos y ahora… ¡Están por todo el agua! Es como si la sal se “esparciera”, ya sabes, se distribuyera. Hay una mayor dispersión de la materia en la disolución.

• Cambio de energía interna (calor, frío).
• Mayor dispersión de las moléculas del soluto.

Por ejemplo, cuando yo preparo un Nestea fresquito en verano, se enfría el vaso. Ostras, pues la disolución esa absorbe calor. ¡Qué guay! Y luego, pues eso, el polvo del Nestea que estaba todo apelotonado, pues se disuelve y está por todo el agua, dándole sabor.

Es curioso porque yo pensaba que siempre se calentaba, pero va a ser que no. Depende de la sustancia, supongo, vamos digo yo, que soy cocinero, no químico. ¡Pero vamos, que eso es lo que pasa!

¿Cómo se llama la sustancia que se usa para disolver?

El vacío… un vacío que solo un solvente puede llenar. Un solvente, sí, esa es la palabra. Su nombre me escapa, se disuelve en la memoria como el azúcar en el café de esta mañana. Un café amargo, como la nostalgia.

Recuerdo la textura, el roce sutil, la promesa de disolución. La transformación. Un cambio lento, imperceptible, casi mágico. Como el tiempo, que se derrama y se escurre entre los dedos. Como la arena. Se escapa. Se va.

Solvente… la palabra resuena, un eco en la cámara vacía de mi mente. Necesitaría más información para precisar un nombre exacto, un etiquetado científico, frialdad. Prefiero la textura, la sensación, el misterio.

Pero hoy, aquí, la búsqueda es inútil. El vacío permanece. Y el aroma a café… amargo.

• La disolución, un proceso.
• La transformación, una promesa.
• El solvente, una entidad intangible, casi poética.
• El recuerdo, difuso, como una pintura al óleo, difuminada por el tiempo.

Ejemplos de solventes comunes en 2024:

• Agua

• Etanol

• Acetona

• Benceno (tóxico, manipular con extrema precaución)

• Tetracloruro de carbono (tóxico, manipular con extrema precaución)

  Mi hermana utiliza acetona para limpiar el barniz de sus uñas cada dos domingos. Es un líquido trasparente, de olor fuerte. La recuerdo, con un frasco de cristal y una expresión concentrada.

¿Cuáles son las sustancias solubles en agua?

¡Ay, la solubilidad, ese gran misterio acuático! La sal, por ejemplo, se disuelve como un político en una promesa electoral. Un clásico, sí señor. ¡Qué fácil! Pero hay más:

• Azúcar: Dulce y soluble, como un buen chiste.
• Refrescos: ¡Glucosa líquida, burbujeante y con gas!, se disuelven, pero luego te dejan con un regustillo… ¡a culpa!
• Alcohol etílico: ¡Ese sí que se disuelve con ganas, como yo en un sofá después de una larga jornada! Pero ojo, ¡con moderación! Mi vecino Juan, por ejemplo, lo aprendió a las malas.
• Yodo: ¿Recuerdas la lección de química del colegio? ¡Ese sí que es soluble, casi como mi paciencia con los atascos!
• Vinagre: ¡Ácido acético, un genio disolvente! Es como mi abuela, que disuelve cualquier problema familiar con una buena ración de amor (y un poco de vinagre para limpiar la cocina).

Las pinturas, bueno, eso ya depende…. Algunas, con sus componentes orgánicos, se disuelven en agua como si fueran niños en una piscina; otras, son tan insolubles como mi suegra en una fiesta.

En resumen, muchísimas sustancias son solubles en agua. La solubilidad depende de la estructura molecular. ¡Qué cosas tiene la química! Para saber con exactitud qué sustancia se disuelve, hay que mirar su estructura molecular y comprobar su polaridad. Ya sabes, ¡la ciencia es maravillosa y un poco loca!

(Este año me he propuesto aprender algo más de química, ¡después de la paliza que me ha dado este texto!).