¿Por qué no es bueno hervir el agua?

Más allá del hervor: Por qué NO siempre deberías hervir el agua

El acto de hervir agua, arraigado en nuestra cultura como sinónimo de purificación, no es la panacea que muchos creen. Si bien es cierto que este proceso elimina ciertas amenazas invisibles, aferrarse únicamente a esta técnica puede ser contraproducente, e incluso, peligroso para nuestra salud. Es crucial entender las limitaciones del hervor y explorar alternativas más eficaces y seguras para obtener agua potable.

La creencia generalizada de que hervir agua asegura su total potabilidad se basa en su capacidad para eliminar microorganismos patógenos como bacterias, virus y protozoos. A temperaturas elevadas, la mayoría de estos intrusos sucumben, protegiéndonos de enfermedades transmitidas por el agua como la diarrea, el cólera y la disentería. Sin embargo, esta protección no es absoluta.

El principal problema radica en que el hervor no elimina contaminantes químicos. Plaguicidas, metales pesados (como el plomo o el mercurio), nitratos y otras sustancias tóxicas persisten incluso después de un hervor prolongado. Peor aún, en algunos casos, la concentración de estos compuestos puede aumentar. Al hervir agua, parte de ella se evapora, disminuyendo el volumen total. Si existen contaminantes químicos, su concentración en el agua restante será mayor que antes de hervir, lo que podría incrementar el riesgo de exposición.

Otro aspecto preocupante es la práctica de hervir agua repetidamente. Esta costumbre, común en algunos hogares, puede ser perjudicial. Al hervir agua una y otra vez, se favorece la liberación de minerales disueltos, como el calcio y el magnesio, que se precipitan formando depósitos calcáreos en el hervidor. Además de alterar el sabor del agua, la acumulación de estos minerales puede ser indeseable, especialmente para personas con ciertas condiciones médicas.

Pero, ¿entonces qué debemos hacer? La respuesta reside en comprender que el método ideal para purificar el agua depende intrínsecamente de su origen y de los contaminantes presentes. Si sospechamos de la presencia de contaminantes químicos, hervir el agua no solo será inútil, sino que podría agravar el problema.

En estos casos, es preferible optar por métodos de filtración. Existen diversos tipos de filtros, desde los más sencillos como los filtros de carbón activado (que eliminan cloro, sedimentos y mejoran el sabor) hasta sistemas de filtración más avanzados, como la ósmosis inversa, que son capaces de remover una amplia gama de contaminantes, incluyendo metales pesados y pesticidas.

Otra alternativa viable, especialmente en situaciones de emergencia o cuando no se dispone de acceso a agua potable de fuente confiable, es el uso de pastillas potabilizadoras. Estas pastillas liberan compuestos químicos, generalmente cloro o yodo, que eliminan eficazmente los microorganismos patógenos. Es fundamental seguir las instrucciones del fabricante al pie de la letra para asegurar su efectividad y evitar efectos secundarios.

En conclusión, aunque hervir agua puede ser una medida útil para eliminar microorganismos, no es la solución universal para obtener agua potable. Es crucial evaluar la calidad del agua, identificar los posibles contaminantes y elegir el método de purificación más adecuado para cada situación. Informarse sobre las diferentes opciones disponibles y comprender las limitaciones del hervor es esencial para proteger nuestra salud y la de nuestros seres queridos. No te conformes con la creencia popular; investiga, analiza y elige la mejor estrategia para asegurar que el agua que consumes sea realmente segura.