¿Qué hacer cuando una sopa se agria?

¡Ay, Dios mío, una sopa agria! ¿A quién no le ha pasado? Recuerdo una vez, haciendo mi famosa sopa de lentejas – la receta de mi abuela, ¡sagrada!, se me pasó la mano con el limón… quedó… agria, ¡una acidez que te cortaba la respiración! Casi lloro, ¿sabes? Todo ese trabajo… Pero bueno, no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista, ¿verdad?

Así que, ¿qué hacer cuando te encuentras con semejante desastre culinario? No te desanimes, que no es el fin del mundo. Lo primero, ¡respira hondo! Luego, pequeñas cantidades de sal, eso es la clave. De verdad, no te lances a echarle un puñado entero, que la cosa puede acabar peor. Yo, en mi caso de la sopa de lentejas, fui añadiendo pizquitas, probando después de cada una, como si estuviera catando un vino exquisito. Cocinaba un ratito a fuego lento, dejaba que la sal hiciera su magia, sabes… como intentando convencer a la sopa de que volviera a la normalidad, jeje.

Entre prueba y prueba, me decía: “¿Mejorará? ¿Será posible salvarla?”. A veces parecía que no, que ya estaba perdida para siempre… Pero poco a poco, ¡sorpresa! Fue mejorando. No quedó igual que al principio, claro. Pero al final, ¡la pude salvar! Casi, casi. Un par de cucharadas de nata fresca y ¡listo! Un pequeño milagro culinario.

Recuerda, lo importante es ir probando y ajustando. A fuego lento, con paciencia… como cuando te enamoras, poco a poco. No te agobies, aunque un estudio (que leí en alguna revista, no recuerdo cuál ahora) dice que el 70% de las sopas agrias se pueden salvar… es una cifra que me da un poco igual, la verdad. Lo que cuenta es que la tuya puede tener salvación. Ánimo, que puedes con esto. ¡Y ya me contarás cómo te fue!