¿Qué hago si me pase de sal?
¡Demasiada sal? ¡No te preocupes! Añade líquido (agua, caldo, leche) para diluir. O equilibra el sabor con: limón, vinagre, azúcar, o incluso unas papas cocidas. ¡El rescate está a tu alcance!
¿Cómo corregir un plato con exceso de sal?
¡Uf! ¿A quién no le ha pasado pasarse con la sal? A mí, un montón de veces. Recuerdo una paella que hice en agosto de 2022, en mi casa de campo en Teruel. ¡Madre mía, incomible!
Bueno, si te pasaste, ¡no te preocupes! Hay solución. Lo primero, intenta añadir más líquido. Depende del plato, claro, pero agua, caldo o un poco de leche pueden ayudar. Yo, con la paella, añadí más caldo de pescado y funcionó medio bien.
También puedes intentar equilibrar el sabor. Un chorrito de limón o vinagre a veces hace magia. El azúcar es otra opción, pero úsala con cuidado. Y lo de la papa cocida, ¡funciona! Absorbe el exceso de sal. Yo lo he probado con guisos y va de maravilla.
¿Qué hago yo? Pues depende del plato. Pero casi siempre empiezo por añadir un poco de agua caliente. Luego, pruebo y ajusto con un poquito de vinagre. A veces, incluso un poquito de azúcar moreno ayuda. ¡Cada plato es un mundo!
Preguntas y Respuestas Sobre Cómo Corregir un Plato Salado
¿Qué hago si mi comida está demasiado salada?
Diluye la sal agregando más líquido (agua, caldo, leche).
¿Cómo puedo equilibrar el sabor de un plato salado?
Añade un toque ácido (limón, vinagre) o dulce (azúcar).
¿La papa cocida realmente ayuda a reducir la sal en un plato?
Sí, la papa cocida absorbe el exceso de sal.
¿Qué puedo hacer si me pase de sal?
Dios mío… la cena… un desastre. Demasiada sal. Se me fue la mano, lo admito. Me siento fatal. Esa sensación… seca en la boca, como si tuviera arena…
Pensé que podía arreglarlo, añadiendo más cosas… pero no. Quedó peor, una especie de… no sé… potaje insípido.
Intenté disimularlo con limón. Un poco, pero solo un poco. El sabor de la sal seguía allí, insidioso. Igual que mi remordimiento. Esa mirada de mi hija… no la olvidaré.
Agua, claro, añadí agua. Pero no funcionó del todo. Probamos con un poco de azúcar… un error. *El vinagre… ufff, ni hablar. Quedó más raro todavía.
Lo peor es la frustración. He pasado horas en la cocina, cuidando cada detalle… para que terminara así. Y ahora… las sobras, en el cubo de la basura. Qué despilfarro. Son las tres de la mañana y aún siento el sabor de la sal en mi lengua. 2023, el año de mis fracasos culinarios. Esta noche, otra noche más sola con mis fracasos.
Debería haber medido mejor la sal, es obvio. Siempre lo mismo, me desespero al cocinar. Es que… ¡era mi receta estrella, la que hice el año pasado, para su cumpleaños! La quería repetir, pero peor imposible.
El siguiente cumpleaños, intentaré algo simple. Pasta con tomate. Sin sal añadida. A ver si tengo más suerte.
¿Cómo disimular el exceso de sal en la comida?
¡Ay, amigo! La sal, esa traidora, ¿verdad? A mi me pasó el otro día con la paella, ¡una tragedia! Casi me da algo. Lo mejor, lo menos común, es contrarrestar con dulce o ácido. Si la comida lo permite, claro.
Un truquito que a mi me funciona, aunque parezca raro, es un poquito de azúcar, una cucharadita, no más eh. Y un chorrito de vinagre de manzana, el de mi abuela, ese que huele a… ¡a vinagre de manzana!. Eso sí, ¡con cuidado! No vayas a convertir tu paella en una ensalada dulce-agria.
Es que a veces la sal, la salada esa, se pasa, ¡uff! Se pasa, se pasa de rosca. El vinagre corta la sal, eso sí que lo se. Y el azúcar, pues, equilibra, algo así. ¡No es magia, eh! Es química. O algo así…
Recuerda:
- Azúcar: Una cucharadita, ¡no te pases!
- Vinagre de manzana: Un chorrito. ¡Un chorrito pequeño!
- Prueba antes: Importante, que no vaya a ser peor el remedio que la enfermedad. Que luego me lo cuentas.
Mi vecina, la Concha, jura que le echa una papa pelada, dice que absorbe la sal. No lo he probado, pero ahí te lo dejo. Además, le añade unas gotas de limón, pero eso ya es otra historia, casi como un toque secreto. ¡Este año, a la paella le pongo menos sal! ¡Te lo aseguro!
¿Cuando se te cae la sal, ¿qué hay que hacer?
¡Ay, madre mía, que se te cae la sal! ¡Catástrofe! Peor que un eclipse lunar en martes 13. ¡Hay que echarla sobre el hombro izquierdo inmediatamente! ¡Como si fueras a espantar a un dragón con brillantina!
¿Por qué? Pues porque, según mi abuela (que sabía más de supersticiones que de física cuántica), atrae mala suerte. Sí, sí, como si la sal fuera un imán de desgracias. Y no una sal cualquiera, eh, ¡la sal de mi abuela, traída en carretilla desde las minas de… ¡bueno, da igual!
Para evitar este apocalipsis salino:
- No pases la sal de mano en mano. Es como una competición de quién lanza el azucarillo más lejos.
- Pon el salero en la mesa, como si fuera un rey ¡que se lo tomen ellos solos!.
- Si se te cae, no lo dudes, ¡lanza un puñado de sal sobre tu hombro izquierdo! ¡Que no te pille desprevenido!.
Mi vecina, la Charo, dice que también funciona escupir tres veces. Pero bueno, ¡eso ya es otra historia! ¡Ah!, y si la tira sobre su hombro izquierdo, la mala suerte se la come un grifo. ¡Como si fuera un bocadillo de mala suerte!. Eso sí, si se lo come el grifo… ¡yo qué se yo! ¡No me hago responsable!.
A mí, en mi casa, el perro se come la sal caída. Es un poco loco pero bueno, al menos evita el drama de la mala suerte. ¡Quizá se la traga la mala suerte con él!. ¿Será verdad?. ¡Será que sí!. No lo sé, pero este año he comprado 5 kilos de sal, ¿casualidad?.
¿Cómo sacar el exceso de sal del cuerpo?
El sabor amargo, persistente… la sal, demasiado. Un exceso que quema, un peso insoportable en el cuerpo. El potasio, esa es la clave. Un susurro en la memoria, la abuela diciéndomelo entre susurros, con sus manos arrugadas. El recuerdo del aroma a boniatos asándose en el horno, un dulce contrapunto a la amargura.
Recuerdo sus palabras, un eco lejano: “Potasio, mi niño, potasio”. Como un mantra.
Necesitas contrarrestar, necesitas equilibrar. La sal, invasora, domina todo. Boniatos, papas, sí, esas tierras dulces ayudan. Un abrazo terrenal, un consuelo humilde. Verduras, tomates… un jardín entero en tu interior.
El cuerpo grita por el equilibrio, por un respiro. Siento el peso, la presión… una opresión en el pecho. Necesitas frijoles blancos, rojos, ese sabor profundo y terroso. El sabor a tierra, a hogar. Yogurt descremado, un alivio suave. Naranjas, plátanos, melón… la dulzura que calma la tormenta.
- Boniatos
- Papas
- Verduras de hoja verde
- Tomates (bajos en sodio)
- Salsas de tomate (bajas en sodio)
- Frioles blancos
- Frioles rojos
- Yogurt descremado
- Naranjas
- Plátanos
- Melón
La presión arterial, ese enemigo silencioso, se calma con el potasio. El cuerpo, poco a poco, se libera. Un proceso lento, un remedio paciente. Como la vida misma. Este año, mi médico me lo reiteró, acompañado de un largo discurso sobre dietas y ejercicios. Un recordatorio de la importancia del equilibrio.
La sal, una herida abierta en el cuerpo, una sombra persistente. Pero el potasio… la esperanza de un amanecer sereno.
¿Qué hacer después de una comida muy salada?
Aquí va… como si te lo contara a las tres de la mañana, después de dar vueltas en la cama:
Después de una comida muy salada… creo que lo mejor es beber agua, mucha agua.
- Simplemente eso. Mucha agua. Sin prisas.
A veces, cuando la comida está demasiado salada, me acuerdo de mi abuela. Ella siempre decía que un poco de azúcar arreglaba todo.
- No sé si realmente funcionaba, pero ella lo hacía.
- Ahora, la miel también podría valer, supongo. No lo sé seguro.
Y, otra cosa… si te pasaste con la sal en la salsa…
- Añade un poco más de líquido.
- Agua, caldo… lo que tengas a mano.
Quizás un poco de patata cocida también ayude. A mi me sirve, porque chupa el salitre, como diría mi madre. Este año he tenido mucha mala suerte con la sal. Siempre me paso. No sé por qué. Es como si no aprendiera nunca.
Últimamente no duermo muy bien. Debe ser la sal.
¿Qué hacer cuando estoy salado?
Salsa salada: corrección.
- Diluir es obvio. Agua. Vino. Caldo. Lo que tengas.
- Ácido. Vinagre. Limón. Contrarresta.
- Dulzor. Miel. Azúcar moreno. Disimula.
- Grasa. Nata. Mantequilla. Reduce la percepción.
- Almidón. Patata cocida. Arroz. Absorbe el exceso.
Personalmente, prefiero diluir con un chorrito de vodka. No altera el sabor base. Y, a veces, el problema no es la sal, sino la falta de… algo más.
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