¿Cómo se va la indigestión?

¡Ay, la indigestión! ¿Quién no la ha sufrido alguna vez? A mí, personalmente, me fastidia muchísimo. Esa sensación de pesadez, de tener una piedra en el estómago… ¡Puaj!

Lo que a mí me funciona, y te lo digo de corazón, es comer menos cantidad en cada comida, pero hacerlo más a menudo. No sé si me explico… En vez de zamparme un plato enorme, prefiero picotear algo ligero cada dos o tres horas. ¿Será que mi estómago es un poco quisquilloso? Puede ser.

Y ni hablar de las comidas grasosas… ¡Son mi perdición, pero también mi némesis! Un buen plato de patatas fritas, o una pizza bien cargada, me encantan. Pero luego, claro, mi cuerpo me lo recrimina. ¿Por qué seremos así, eh? Que nos gusta lo que nos hace daño…

Otra cosa que he notado, y esto es importante, es que el estrés me destroza el estómago. Cuando estoy nerviosa, con mil cosas en la cabeza, mi digestión se vuelve un caos. Así que he empezado a hacer yoga, y la verdad es que me ayuda un montón a relajarme. ¿Será la respiración, los estiramientos…? No lo sé, pero funciona.

¡Uf, qué alivio cuando por fin se pasa la indigestión! Es como si me quitaran un peso de encima, literal. Pero si te digo la verdad, si me pasa muy a menudo, prefiero ir al médico. Porque a veces, detrás de una simple indigestión, puede haber algo más. Y más vale prevenir que curar, ¿no?

En fin, estos son mis truquitos. ¡Espero que te sirvan de algo! Y si tienes algún otro consejo, ¡compártelo conmigo! Que en esto de la indigestión, toda ayuda es poca.