¿Cuál es la cosa más vendida del mundo?

¿Cuál es la cosa más vendida del mundo? ¿En serio, alguien lo sabe? Me quedé de piedra cuando lo escuché: Coca-Cola. ¡Mil ochocientos millones de unidades al día! ¡Mil ochocientos millones! Es una barbaridad, ¿no? Una locura absoluta. Se me hace difícil incluso imaginarlo, tanta Coca-Cola… botellas y botellas, llenando camiones, barcos, aviones… Un río de esa bebida oscura y burbujeante, fluyendo por todo el planeta.

Recuerdo una vez, en un viaje a México, el calor era infernal, ¡un sol que te abrasaba la piel! Y ahí estaba, en cada esquina, cada puesto callejero, la Coca-Cola, prometiendo un respiro, un alivio, esa sensación efímera de frescura. Aunque a mí, la verdad, me sienta un poco pesada, demasiado dulce… casi empalagosa. Prefiero un buen agua fresca de limón, o si acaso, una cerveza bien fría. Pero tengo que reconocerlo, hay algo mágico en esa Coca-Cola, ¿no? Algo que la hace irresistible para tanta gente. Es más que una bebida; es un símbolo, un ícono, un trocito de la cultura popular.

Me pregunto, ¿qué tiene Coca-Cola que otros productos no tienen? ¿Será solo la publicidad? ¡Porque vaya si saben hacerla! O, quizá, hay algo en el sabor, en esa fórmula secreta, que engancha a la gente. O quizás, y esto es lo que más me intriga, es algo más profundo, una cuestión casi psicológica… una conexión emocional. Uno de mis tíos, que es un hombre mayor, ya mayorcito, se toma una Coca-Cola todos los días después de la comida. Es su ritual, su momento de paz. Es un poco como un amuleto, ¿verdad?

¿Superará algún día otro producto esa cifra? Me cuesta creerlo. Claro que sí, el mundo cambia, las modas cambian… pero por ahora… ¡1.800 millones al día! Impresionante. Simplemente impresionante. Me deja sin palabras.