¿Qué pasa si la comida tiene espuma?

¿Qué pasa si la comida tiene espuma? Uf… ¿espuma? A ver, no es que me dé pánico ni nada, pero… ¿no les pasa que a veces te la sirven y piensas “esto sobra”? O sea, entiendo que en algunos platos queda bien, ¿no? Tipo un cappuccino, obvio. Pero, ¿en la sopa? ¿En el guiso de mi abuela? ¡No, gracias! Me acuerdo una vez, en un restaurante superfino, me pusieron un puré de patata con… ¡espuma de patata! ¿En serio? ¿Patata al cuadrado, con textura de nube? No lo entendí. Me dio como grima, ¿sabes? Como si estuvieran intentando ser modernos y la liaran. Yo, personalmente, prefiero la patata… pues patata, normal. Como toda la vida. Y no me digan que es una cuestión de texturas, que a lo mejor sí, que le da un toque “etéreo”, pero a mí, qué quieren que les diga, me recuerda a… ¿cómo decirlo?… a jabón. Sí, ya sé, suena fatal, pero es la sensación que me da. A veces pienso que lo hacen para que parezca que hay más cantidad, ¿no? Como si con un poquito de aire engañaran al ojo. No sé, llámenme rara, pero yo prefiero la comida… ¿compacta? Más contundente. Aunque bueno, tampoco es para tanto, si solo es un poquito de espuma, pues mira, lo aparto con la cuchara y ya está. Pero si el plato es TODO espuma… apaga y vámonos. Recuerdo una vez que leí, no sé dónde, que la usan mucho en la cocina molecular, creo que era… Decían que servía para intensificar los sabores, no sé qué de unas burbujas que… En fin, cosas de chefs. Yo, mientras tanto, con mi comida sin burbujas, tan feliz.