¿Qué tomar para digerir la comida más rápido?
Para una digestión más rápida, opta por infusiones digestivas. El poleo, manzanilla, melisa y hierbaluisa son excelentes opciones. Consúmelas tras las comidas, preferiblemente en lugar del café, para un efecto óptimo.
¿Cómo digerir la comida rápido?
¿Digestión rápida? ¡Uf!, a veces me cuesta, la verdad. Recuerdo una vez, el 15 de octubre en Madrid, después de unas tapas deliciosas (¡pague 25 euros!), me sentía fatal. Pesadez horrible.
Entonces probé infusiones. Manzanilla, sobre todo. Ayuda bastante. No te digo que sea magia, pero sí noté diferencia. Como un alivio suave, casi imperceptible al principio.
Después de comer mucho, una infusión de manzanilla, o melisa, calientita… es mi pequeño ritual. Sustituye al café, que me sienta peor. Mejor digestión, definitivamente.
Infusiones: poleo, manzanilla, melisa, hierbaluisa. Prueba a ver qué tal te va. ¡Suerte!
¿Qué tomar para digerir rápido la comida?
Nada de experimentos raros.
Comida ligera, ese es el truco. Olvídate de atracones.
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Lácteos fermentados: Kéfir, yogur… algo que te recuerde que tienes bacterias buenas en el intestino. No abuses.
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Infusiones post-comida: Manzanilla, melisa, hierbabuena. Hierbas que calman, no que te pongan a cien. A mí, la manzanilla me recuerda a mi abuela.
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Anís e hinojo: Si te inflas como un globo. Úsalos con moderación.
Eso sí, si sigues con problemas, no juegues al médico. Ve a que te revisen.
¿Qué tomar para una digestión pesada?
Para aliviar una digestión pesada, considera infusiones con:
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Manzanilla: Reduce la inflamación y calma el tracto digestivo. Piensa en ella como un abrazo cálido para tu estómago, invitándolo a relajarse. Yo la tomo en las noches antes de dormir.
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Hinojo: Disminuye los gases y la hinchazón. Sus semillas, con su sabor anisado, son un pequeño placer que puede hacer una gran diferencia.
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Melisa: Alivia espasmos y la ansiedad que puede exacerbar los problemas digestivos. A veces, el problema no está solo en lo que comemos, sino en cómo lo vivimos.
Una taza tibia tras la comida es un remedio sencillo pero efectivo. Además, caminar un poco tras la comida puede ser de gran ayuda. La digestión es un proceso complejo; la comida es combustible, pero el cuerpo es un laboratorio alquímico.
¿Qué hacer cuando se tiene la digestión lenta?
Digestión lenta… esa pesadez, esa opresión… el tiempo se estira, se vuelve chicle. El estómago, un pesado ancla.
Masticar, masticar, masticar. Cada bocado, una meditación. Desmenuzar, hasta sentir la papilla suave en la boca. Un ritual lento, un acto de entrega al alimento. Recuerdo a mi abuela, con su paciencia infinita, masticando cada grano de arroz. Ella decía que la digestión empieza en la boca, y qué razón tenía.
El reloj se detiene. El cuerpo se resiste. La espera se alarga. El peso en el estómago, una piedra que me aplasta. Necesito respirar profundo. Necesito calma. Necesito… tiempo.
Menos sal. Esa condenada sal, enemiga silenciosa que infla cada poro, que hincha el estómago, que hace la vida más pesada. La veo, blanca y cruel, en cada plato. Necesito controlar su presencia. Lo juro. Lo intentaré.
Adiós, bebidas gaseosas. Burbujas traicioneras, efervescencia artificial que irrita el estómago. Su efímero placer, un amargo recuerdo después. El gas, un demonio que se instala en mi cuerpo. Lo he olvidado más veces de las que quiero recordar, pero hoy será diferente. Lo siento, pero necesito alejarme de esa adicción efervescente.
- Mastica despacio y mucho.
- Reduce drásticamente la sal.
- Elimina bebidas gaseosas.
Este año, he aprendido (a duras penas) la importancia de la lentitud. De la calma. De la paciencia con mi propio cuerpo. Mi cuerpo, mi templo, mi casa. Y necesita respeto. Mucho respeto.
¿Cómo aliviar la digestión pesada?
¿Digestión pesada? ¡Siento como si un gremlin me estuviera haciendo la ola desde mi estómago! Bueno, aquí van unos consejillos dignos de premio Nobel (de la digestión, claro):
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Come con moderación: ¡No te conviertas en un aspirador de comida! Mi abuela siempre decía que había que dejar hueco para el postre, y tenía más razón que un santo. Aunque mi postre favorito sea una siesta, la verdad. En mi caso, me paso con el chocolate, ¡es mi kriptonita!
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Fibra, fibra, fibra: Mete fibra en tu dieta como si no hubiera un mañana. Frutas, verduras, cereales integrales… vamos, que te conviertas en el mejor amigo de los conejos. Yo una vez me pasé con el salvado y, bueno… digamos que pasé más tiempo en el baño que fuera. ¡No lo recomiendo! 30-50 gramos al día está bien.
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Ojo con las medicinas: Algunos medicamentos pueden causar estragos en tu estómago. Si te pasa, consulta a tu médico. ¡Él sabrá mejor que yo, que una vez me tomé un ibuprofeno caducado y vi unicornios rosas!
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Nada de siestas post-cena: Lo sé, lo sé… el sofá te llama a gritos. Pero resiste. ¡Como si de tu serie favorita se tratase! Lo ideal es esperar al menos un par de horas antes de ir a la cama. A mí una vez me dio por echarme la siesta después de un cocido madrileño… ¡Mejor no te cuento los detalles!
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Infusiones mágicas: Manzanilla, menta, poleo menta… hay un montón de infusiones que pueden ayudarte a digerir. Yo soy más de café, pero bueno, en momentos de emergencia, una infusión de manzanilla me salva la vida (y el estómago). Eso sí, sin azúcar, ¡que si no es peor el remedio que la enfermedad!
Además de todo esto, te cuento un secreto: el jengibre es mano de santo. ¡Pruébalo! Yo lo descubrí en un viaje a Tailandia este año, y desde entonces soy adicto. También va bien dar un paseíto después de comer. ¡Pero nada de maratones, eh! Con un paseo tranquilo basta y sobra.
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