¿Qué tan bueno es limpiar la casa con sal?

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La sal, purificadora natural, absorbe energías negativas estancadas en el hogar, mejorando el bienestar. Su uso limpia vibraciones negativas invisibles, revitalizando los espacios y creando un ambiente más armonioso. Una práctica ancestral para un hogar equilibrado.

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¿Limpiar con sal: ¿mito o realidad eficaz?

A ver, a ver… ¿limpiar con sal, mito o realidad? Pues, te cuento mi experiencia. Siempre he sido de las que creen en esas cosillas, ¿sabes? No sé si es la sugestión, pero a mí me funciona.

Mi abuela siempre decía que la sal alejaba lo malo. Y sinceramente, yo le creo.

Recuerdo una vez que me mudé a un piso en Madrid, allá por septiembre de 2018. No sé, el ambiente era raro, como pesado. Probé a poner cuencos con sal gorda en las esquinas y… ¡oye! A los días, me sentía mucho mejor.

Quizás sea una tontería, pero yo lo noto.

La sal absorbe, eso es un hecho. Si absorbe lo negativo… quién sabe, pero por si las moscas, ¡yo sigo usándola! ¿Que si es ciencia o fe? Pues un poco de ambas, supongo.

Información de preguntas y respuestas

¿Limpiar con sal: mito o realidad eficaz?

La sal absorbe vibraciones negativas que afectan el bienestar, especialmente en áreas donde la energía se estanca.

¿Qué pasa si lavo la casa con sal?

El silencio de la casa, un eco vacío antes del ritual. La sal, gruesa, casi como cristales de un tiempo detenido, entre mis dedos. Un poder ancestral, dicen, que limpia, que purifica. La casa, mi casa, respira hondo antes de la transformación.

Agua tibia, un susurro sobre la sal. Se disuelve, lenta, como la memoria misma. Un recuerdo de mi abuela, limpiando con sal, con fe y con manos curtidas. La solución salina, un mar en miniatura, reflejando la quietud de la tarde.

El suelo, testigo mudo, absorbe la mezcla. Es como si los años, las preocupaciones, se fueran disolviendo también. Cada rincón, cada pared, purificados. Un nuevo comienzo, en este instante.

El aroma, un dejo de mar, de pureza, persiste. El tiempo parece detenerse, un instante de paz. La sensación, intangible, como la brisa marina, limpia, serena. La sal, poderosa.

Desterrar la negatividad, limpiar, renovar. Un acto sencillo, con un poder inmenso.

  • Solución salina: agua tibia y sal marina, abundante.
  • Limpiar pisos, paredes, ventanas. No diluir demasiado.
  • Dejar secar al aire libre, sin limpiar después.

El pasado, con sus sombras, se desvanece, como la sal en el agua. El presente se perfila, nítido. Este año, el 2024, inició así, con un ritual ancestral en mi pequeño apartamento en el barrio de Gracia, Barcelona. Mi gato, Manolo, observaba el proceso desde el sofá, con su habitual mirada de profunda indiferencia. Sí, la sal marina y el agua tibia, en mi casa, un martes por la tarde.

¿Para qué sirve limpiar la casa con sal?

Limpieza con sal: más allá de la cocina.

La sal, simple pero eficaz. Absorbe humedad. Elimina manchas, sobre todo orgánicas. Neutraliza olores persistentes, especialmente en tejidos. Mi abuela usaba sal gruesa para fregar el baño, ¡impecable!

Usos específicos:

  • Baño: Sal gruesa en la ducha, adiós moho.
  • Cocina: Sal en derrames de vino tinto, ¡acción inmediata!
  • Alfombras: Absorbe olores, especialmente de mascotas.

Más allá de lo obvio:

  • Desinfección: Propiedades antisépticas. No es un sustituto de lejía, pero ayuda.
  • Cristales: Brillo extra. Frota con sal y vinagre, prueba en una esquina primero.
  • Lavavajillas: Medio vaso en el lavavajillas, elimina restos y da brillo. Eso sí, sin usar en lavavajillas con dosificador de detergente integrado.
  • Plantas: Combate plagas, ¡pero con cuidado! Dosificación precisa, para evitar dañarlas.

Nota: Experiencia personal con resultados satisfactorios, pero siempre recomiendo precaución. La sal puede dañar algunas superficies. Pruebas en zonas poco visibles son cruciales. Usé 2 kg de sal en mi último fregado. Me gusta la sal marina gruesa.

¿Qué pasa si pongo sal en toda mi casa?

¡Madre mía, qué pregunta más… salada! ¿Sal en TODA la casa? ¡Pareces el Mar Muerto hecho persona!

Te vas a gastar un pastón en sal, eso sí te lo aseguro. Mi abuela, que en paz descanse, se gastaba un riñón en sal para las conservas, ¡y esto sería multiplicado por mil!

Olvídate de andar descalzo, vas a resbalar como un pingüino en una pista de hielo. Y si tienes mascota… ¡ay, las pobres patitas! Se van a lamer las patas hasta que les dé un calambre. Eso sí, ¡adiós pulgas! Aunque igual te comes el gato.

En serio, ¿por qué no pruebas con una planta? Más barato, menos trabajo y sin peligro de que la suegra resbale y se parta una pierna. Aunque la planta quizás se muera de un infarto… de tanta sal.

Por otro lado, la purificación energética… ¡qué va! Lo único que vas a purificar es tu cartera, dejándola más seca que un desierto. El equilibrio energético… ¡ja! Vas a tener un equilibrio de estrés que te hará necesitar otro riñón de la abuela para comprarle tranquilizantes al gato.

  • Desastre económico: La cantidad de sal que necesitas es astronómica.
  • Peligro de resbalones: Adiós a la elegancia. ¡Te conviertes en un patinador sobre hielo accidentado!
  • Posible intoxicación: Mejor consultar a un toxicólogo, o al menos al veterinario.
  • Efecto sobre mascotas: Puede ser mortal para algunos animales, y también un repelente eficaz. ¡No me hago responsable!
  • Daño a los muebles: Se oxidarán cosas. Ya me dirás después si te gusta como queda.

Yo, por mi parte, me quedo con mi método de purificación: incienso de sándalo, una buena limpieza y… ¡un buen chocolate! Mucho más efectivo y menos…salado. Ah, y este año mi vecina se compró 25 kg de sal para una receta rara, ¡fue la locura!

¿Dónde se pone la sal para limpiar la casa?

¡Ay, Dios mío! Ese día, 27 de julio de 2024, estaba hecha un lío. Mi piso, un pequeño apartamento en Malasaña, parecía una bomba nuclear había explotado. Ropa por todas partes, platos sucios, ¡un desastre total! Me sentía agobiada, como si una capa de negatividad me envolviera. Necesitaba limpiar, pero no solo de suciedad, sino de malas vibraciones.

Primero, deseché un montón de trastos viejos, revistas, ropa que no usaba desde hace años. ¡Uf, qué liberación! Luego, barrer… ¡Qué pereza! Pero lo hice, desde adentro hacia afuera, como me habían dicho. Hasta las puertas, sí, ¡hasta la puerta del patio interior!

¡Ya estaba lista para la magia de la sal! Eché seis cucharadas soperas, sal gruesa de cocina, a la cubeta con agua y jabón. ¡Ajá! El agua con sal, pensé, iba a expulsar todo lo malo. Limpié con ella cada rincón, cada superficie. Sentí como si con cada pasada, la energía pesada se disipaba, como si una corriente invisible me liberara.

Me encantó la sensación, super limpia y fresca.

Después, sentí alivio. Me quedé admirando mi piso, reluciente, ordenado y, sobre todo, con un aire… bueno… ¡diferente! Más ligero.

  • Sal gruesa de cocina: la que usé, barata y eficaz.
  • Limpiar desde el interior hacia afuera: ese fue el consejo clave.
  • Visualización: mientras limpiaba, imaginaba cómo la negatividad se iba con el agua sucia.

Me sentía renovada. Fue una limpieza profunda, física y emocional. Y todo gracias a la sal. ¡Increíble!

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