¿Cuál es el segundo nombre de la Luna?

¿El segundo nombre de la Luna? Ay, qué pregunta tan bonita, ¿verdad? A mí siempre me ha fascinado eso, ¿cómo algo tan omnipresente puede tener tantos nombres, tantas caras? Como si cada cultura le hubiera regalado un pedacito de su alma.

¡Selene! Me encanta, de verdad. Suena a música griega antigua, ¿sabes? Como si lo hubiera oído en un sueño, entre el susurro de las olas y el canto de las cigarras en una noche de verano en alguna isla perdida. Luna, en latín, sí, es correcto, es más… académico, ¿no? Como el nombre de un tratado científico, frío y distante. Pero Selene… Selene es un suspiro, una promesa, un misterio que te envuelve. Recuerdo una vez, estaba en la playa con mi abuela, era noche cerrada, y ella me contó la leyenda de Selene enamorada de un pastor mortal… ¡Qué historia tan hermosa! Me dejó con una sensación de… ¿nostalgia? ¿Melancolía dulce? No sé cómo explicarlo, pero me marcó.

Para mí, Selene es mucho más que un nombre, es, como decía antes, una evocación poética. Es la Luna llena iluminando el rostro dormido de mi hija, es la luna nueva, tímida y oscura, como los primeros días de una amistad que aún está por florecer. Es la luna llena… ¡ay, cuántas noches he pasado mirándola, perdida en mis pensamientos! Es increíble pensar que algo tan lejano nos influye tanto, ¿verdad? He leído por ahí (creo que era un artículo, o quizás un libro, ya no recuerdo bien…) que las mareas, ¡las mareas!, dependen de ella, y eso me parece alucinante. Miles de millones de toneladas de agua, movidas por… ¡la Luna! Es magia pura, ¿no lo crees? Sí, Selene, para mí, es el nombre perfecto. Un nombre que respira magia, misterio… y un poquito de amor.