¿Por qué me gusta lo ácido?

¡Ay, lo ácido! ¿Por qué me gusta tanto? Es algo que me pregunto a menudo, la verdad. A veces me da por pensar que estoy un poco loca, pero luego veo a otra persona relamiéndose con un limón y… ¡conexión instantánea!

Hace poco leí un estudio, creo que era de la Universidad de Wageningen, que decía que la gente a la que le gusta lo ácido suele ser más abierta a nuevas experiencias y más creativa. ¿Será verdad? No sé, pero a mí me gusta pensar que sí. Recuerdo cuando probé por primera vez el ceviche en Perú. ¡Madre mía! Esa explosión de lima y cilantro, ¡qué cosa más rica! Era algo completamente nuevo para mí y me encantó. ¿Sería que mi cerebro creativo estaba pidiendo a gritos esa acidez?

Pero la cosa no acaba ahí. El estudio también decía que a la gente que le gusta lo ácido también tiende a racionalizar más las cosas. ¿Será por eso que siempre estoy dándole vueltas a todo? A lo mejor es que la acidez me espabila el cerebro y me pone a pensar demasiado.

A ver, pongamos un ejemplo. El otro día mi amiga me contó que se había comprado unos zapatos carísimos. ¡Preciosos, eso sí! Pero yo, en vez de simplemente admirarlos, empecé a pensar en cuántas horas tuvo que trabajar para pagarlos, en si realmente los necesitaba, en si no habría sido mejor invertir ese dinero en algo más útil… ¡Un desastre! ¿Será que la acidez me hace ser tan… analítica? No sé, igual estoy exagerando.

Pero en fin, volviendo a lo importante: ¡lo ácido! Me encanta el vinagre en la ensalada, el yogur griego con un poco de miel, las cerezas ácidas… ¡Se me hace la boca agua solo de pensarlo! Y ahora que sé que, según este estudio, podría ser señal de que soy creativa y analítica… pues, ¡aún me gusta más! ¿Qué más se puede pedir? Un buen puñado de limones, quizás. 😉

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