¿Por qué Nezuko perdió el habla?

3 ver

La incapacidad de Nezuko para hablar no se debe a una lesión física, sino a una elección narrativa. Su silencio, simbolizado por el bozal, representa un voto de silencio similar al de un monje budista, controlando su impulso primordial y reforzando su lucha contra su naturaleza demoníaca.

Comentarios 0 gustos

El Silencio de Nezuko: Más allá del Bozal

Nezuko Kamado, la hermana menor de Tanjiro en la popular serie Demon Slayer, presenta un enigma fascinante: su incapacidad para hablar. A diferencia de otros personajes mudos en la ficción, el silencio de Nezuko no se debe a una lesión física, ni a un trauma evidente. Su mutismo es, más bien, un elemento narrativo fundamental, un poderoso símbolo que explora la compleja naturaleza de su transformación y su lucha interna.

Si bien el bozal que la caracteriza visualmente podría sugerir una restricción física, su verdadera función trasciende la mera represión. La falta de voz de Nezuko, en realidad, representa un voto de silencio voluntario, un acto de contención similar al de un monje budista en su búsqueda de la iluminación. Esta elección narrativa no solo es estéticamente efectiva, sino que profundiza la comprensión de su carácter y su evolución.

El silencio de Nezuko no es pasividad. Es una herramienta para controlar sus impulsos demoníacos. La naturaleza primordial de un demonio, con sus instintos salvajes, se manifiesta en su incapacidad para comunicarse verbalmente de manera coherente. Al negarle la capacidad de hablar, el silencio se convierte en un acto de resistencia, un escudo contra el dominio de sus impulsos demoníacos, un compromiso con su transformación y su lucha por recuperar su humanidad.

La falta de palabras permite que Nezuko se exprese a través de acciones. Sus gestos, sus miradas, y su comportamiento hablan más que cualquier frase. Es en esta forma de comunicación no verbal, en su fortaleza interna y en su silencio, donde reside la verdadera esencia de Nezuko.

Esta poderosa elección narrativa no solo es funcional para la trama, sino que también enriquece el carácter de Nezuko, añadiendo profundidad a su arco. Su silencio no es una deficiencia, sino un acto de resistencia, un reflejo de su compleja lucha contra la naturaleza demoníaca que habita en ella. El bozal, por tanto, se convierte en un símbolo visual y narrativo de una elección interna, de un control activo sobre sus impulsos, un camino de autodominio hacia la humanidad que la define más que cualquier palabra.