¿Qué desarrolla la fotografía?

A ver, ¿qué desarrolla la fotografía? Esa pregunta me hace pensar… ¡en tantas cosas!

En esencia, lo que la fotografía desarrolla, crea, o mejor dicho, plasma… son imágenes duraderas. ¿No es increíble eso? Piénsalo, un instante fugaz, una sonrisa, un atardecer, atrapados para siempre gracias a la luz.

La luz, ¡ah, la luz! Es la clave, la magia, el ingrediente principal. Es la que actúa, la que pinta, la que revela (¿ves? “Revela”, qué palabra más acertada). Captura y plasma la realidad, eso dice, y es cierto. La fija en un medio sensible, como el carrete de antes, o la convierte en señales electrónicas, como ahora con nuestros teléfonos. Me acuerdo cuando mi abuelo me enseñó a revelar fotos en su cuarto oscuro, ¡qué olor a químicos!, pero qué emoción ver la imagen aparecer poco a poco… Era pura alquimia.

Pero, ¿es solo técnica? Para nada. La fotografía es también un arte, y uno precioso. Es la forma en la que elegimos el ángulo, la composición, la luz, el momento… Es la manera en que contamos una historia, transmitimos una emoción, provocamos una reflexión. ¿Quién no se ha quedado mirando fijamente una fotografía que le ha removido algo por dentro?

Y hablando de arte, ¿no es curioso cómo cada fotógrafo tiene su propia visión, su propio estilo? Dos personas pueden estar en el mismo lugar, en el mismo momento, pero la foto que tomen será completamente diferente. Eso es lo que la hace tan especial, tan personal. Es como si cada foto fuera un pedacito del alma del fotógrafo.

No sé, a mí me fascina. Es mucho más que apuntar y disparar. Es ver el mundo de una manera diferente, es encontrar la belleza en lo cotidiano, es capturar la esencia de un instante. Y, al final, es crear algo que perdura, algo que nos conecta con el pasado, nos muestra el presente y nos hace soñar con el futuro.

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