¿Qué es el Parnasianismo y el simbolismo en el modernismo?

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El Parnasianismo, con su apego a la estética clásica y temas exóticos, contrasta con el Simbolismo. Este último, nacido en Francia en el siglo XIX, prioriza el arte puro, rechazando el sentimentalismo romántico y buscando la expresión a través de símbolos cargados de significado.

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El Doble Rostro del Modernismo: Parnasianismo y Simbolismo en Tensión

El Modernismo, movimiento artístico y literario que floreció a finales del siglo XIX y principios del XX, no fue un monolito homogéneo. En su seno convivieron, a veces en armonía, a veces en tensión creativa, corrientes estéticas que, si bien compartían ciertas inquietudes, presentaban diferencias fundamentales en sus objetivos y métodos. Entre estas, destacan el Parnasianismo y el Simbolismo, dos polos que, aunque aparentemente opuestos, enriquecieron la compleja textura del Modernismo hispanoamericano y europeo.

El Parnasianismo, con sus raíces en la Francia de mediados del siglo XIX, representó una reacción contra el Romanticismo desbordante y sentimental. Su propuesta estética se basaba en una búsqueda implacable de la perfección formal. La poesía parnasiana se caracterizaba por la precisión léxica, la búsqueda de la musicalidad a través de la métrica y la rima impecables, y una obsesión por la depuración estilística, llegando incluso a la frialdad y el preciosismo. Los temas preferidos giraban en torno a la naturaleza, vista con un ojo observador y desapasionado, y a la exploración de culturas exóticas, a menudo recreadas con un exotismo pintoresco y un cierto academicismo. Se buscaba la belleza objetiva, la “belleza pura”, excluyendo cualquier manifestación sentimental o subjetiva que pudiera enturbiar la pureza formal de la obra. Autores como Leconte de Lisle y Théophile Gautier son figuras emblemáticas de este movimiento, que ejerció una influencia considerable en la generación modernista, especialmente en la búsqueda de la perfección técnica.

El Simbolismo, por el contrario, aunque coetáneo al Parnasianismo y compartiendo cierta desconfianza hacia el Romanticismo, se alejó decididamente de la objetividad parnasiana para adentrarse en el terreno de la subjetividad y la sugestión. Nacido también en Francia, este movimiento priorizó la expresión indirecta, recurriendo a la sinestesia, la aliteración y, sobre todo, al símbolo como herramienta principal de comunicación. El símbolo, en el Simbolismo, no es una simple metáfora, sino una imagen cargada de múltiples significados, que escapan a una interpretación unívoca y que invitan al lector a una experiencia estética compleja y profundamente personal. Rechazando el sentimentalismo explícito del Romanticismo, el Simbolismo buscaba provocar emociones y sensaciones a través de la evocación, la insinuación y la creación de atmósferas enigmáticas y misteriosas. Autores como Charles Baudelaire, Paul Verlaine y Arthur Rimbaud se consideran los pilares del Simbolismo, cuya influencia en el Modernismo hispanoamericano fue decisiva en la creación de una poesía más introspectiva, sensorial y cargada de simbolismo.

La relación entre Parnasianismo y Simbolismo en el Modernismo fue compleja y a menudo dialéctica. Mientras algunos autores abrazaron con fervor la perfección formal del Parnasianismo, otros se inclinaron por la profundidad simbólica y la subjetividad del Simbolismo. Sin embargo, muchos modernistas, como Rubén Darío, lograron integrar elementos de ambas corrientes en sus obras, creando una poesía que, sin renunciar a la belleza formal, exploraba la complejidad del mundo interior y la riqueza simbólica de la realidad. Esta coexistencia y fusión de estilos refleja la riqueza y la diversidad del Modernismo, un movimiento que, en su búsqueda de nuevas formas de expresión, supo integrar –y, en ocasiones, superar– las contradicciones entre la belleza objetiva y la subjetividad simbólica. El resultado fue una literatura innovadora, influyente y, hasta el día de hoy, profundamente fascinante.

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