¿Qué función del lenguaje tienen los refranes?

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Los refranes, al igual que la poesía o los juegos de palabras, emplean la función poética del lenguaje. Buscan embellecer el mensaje y generar un impacto en el receptor, provocando una reacción. Esta función no se restringe a la literatura; su objetivo principal es captar la atención a través de la forma en que se expresa la idea.

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Más allá de la rima: La función pragmática y la fuerza poética de los refranes

Los refranes, esas breves sentencias que condensan sabiduría popular, a menudo se perciben como simples frases hechas, utilizadas para adornar el discurso o ilustrar un punto. Sin embargo, su función en el lenguaje es mucho más rica y compleja que una simple función poética, aunque esta ciertamente juega un papel fundamental. Afirmar que su función se reduce únicamente a embellecer el mensaje y generar impacto, es una simplificación. Si bien la forma concisa y a menudo ingeniosa contribuye a un efecto estético, su verdadero poder reside en su función pragmática, es decir, en su capacidad para influir en la conducta y el entendimiento del receptor.

La función poética, ciertamente está presente. La brevedad, la rima interna o la aliteración, la metáfora implícita o la paradoja, contribuyen a la memorabilidad y a la fuerza expresiva del refrán. “A quien madruga, Dios le ayuda” no solo transmite un consejo práctico, sino que lo hace con una musicalidad inherente que facilita su retención y su transmisión oral a través de generaciones. En este sentido, comparten características con la poesía y los juegos de palabras, creando un impacto estético que potencia su mensaje.

Pero la función principal de los refranes reside en su capacidad pragmática. Sirven como herramientas para:

  • Transmitir conocimiento y experiencia colectiva: Los refranes encapsulan sabiduría acumulada durante siglos, ofreciendo soluciones o perspectivas ante situaciones comunes de la vida. “El que a hierro mata, a hierro muere” no solo es poético, sino que transmite una advertencia sobre la reciprocidad de las acciones.

  • Guiar la conducta y el comportamiento: Actúan como normas sociales implícitas, orientando la acción y la toma de decisiones. “Más vale prevenir que curar” funciona como un imperativo indirecto para la precaución.

  • Regular las interacciones sociales: Sirven para expresar conformidad, disconformidad, o incluso para evitar conflictos. “Quien calla otorga” puede utilizarse para concluir un debate o para señalar una implícita aceptación.

  • Crear un sentido de comunidad: El uso compartido de refranes refuerza la identidad cultural y genera un sentimiento de pertenencia a un grupo social. El uso de un refrán conocido crea una conexión inmediata entre hablante y oyente.

En conclusión, si bien la función poética de los refranes contribuye a su eficacia y memorabilidad, es su función pragmática la que define su papel fundamental en el lenguaje. Son herramientas de comunicación que transmiten sabiduría, orientan la conducta, regulan las interacciones sociales y refuerzan la cohesión comunitaria, utilizando el ingenio y la belleza lingüística como vehículos para un fin mucho más profundo que el simple embellecimiento del mensaje. Su análisis requiere, por tanto, ir más allá de la simple apreciación estética y considerar su profundo impacto en la vida social y cultural.