¿Qué o qué?

¿Qué o qué? El dilema de la tilde que cambia el significado

La pequeña tilde, ese acento gráfico que a veces parece insignificante, puede transformar por completo el sentido de una palabra. En el caso de “que” y “qué”, esta diferencia es crucial para una comunicación clara y precisa. Aunque suenen igual, su función gramatical es distinta y, por ende, su significado también. Dominar este matiz es fundamental para escribir y hablar correctamente en español.

Imaginemos un escenario: alguien te pregunta “¿Qué libro estás leyendo?”. Inmediatamente, la entonación ascendente y el contexto te indican que se trata de una pregunta. Ese “qué” con tilde busca información específica sobre el libro que tienes entre manos. Actúa como pronombre interrogativo, reemplazando al objeto de la pregunta (el libro).

Ahora bien, si la frase fuera “El libro que estoy leyendo es fascinante”, el “que” sin tilde funciona como pronombre relativo. Introduce una oración subordinada (“que estoy leyendo”) que describe al sustantivo “libro”. No hay pregunta ni exclamación, sino una descripción que complementa la idea principal.

La clave para discernir entre “que” y “qué” reside, pues, en la función que desempeñan dentro de la oración. “Que” (sin tilde) actúa como conector, uniendo ideas y subordinando una a la otra. Puede ser pronombre relativo (como en el ejemplo del libro), conjunción (introduce oraciones subordinadas como “Quiero que vengas”) o partícula comparativa (en expresiones como “más que suficiente”).

Por otro lado, “qué” (con tilde) siempre implica una pregunta, directa o indirecta, o una exclamación. Puede ser pronombre interrogativo o exclamativo (“¿Qué quieres?”, “¡Qué calor!”), adjetivo interrogativo o exclamativo (“¿Qué canción te gusta?”, “¡Qué hermoso día!”) o adverbio de cantidad o modo, expresando sorpresa o intensidad (“¡Qué rápido corre!”, “¿Qué tanto te gusta?”).

En resumen, la tilde en “qué” nos indica que buscamos información, expresamos sorpresa o enfatizamos una idea. Su ausencia, en cambio, señala que la palabra “que” simplemente conecta diferentes partes de la oración. Prestar atención a este pequeño detalle marcará la diferencia entre una comunicación precisa y una ambigua, elevando la calidad de nuestra expresión escrita y oral. Un pequeño acento, una gran diferencia.