¿Qué otro nombre recibe la luna?

¿Cuál es el verdadero nombre de la luna?

¡Ajá! ¿El “verdadero” nombre de la Luna? ¡Como si tuviera un DNI! Oficialmente la llamamos Luna, sí, como si le hubiéramos puesto el nombre más original del mundo. Pero, para ser dramáticos, Selene es una opción poética, como el apodo secreto que le ponen los enamorados astrónomos.

• Luna: El nombre que usa tu GPS. Aburrido, pero funcional.
• Selene: Imagina a la Luna con un vestido largo y vaporoso, recitando versos. Más elegante, ¿no?
• ¿Y los demás nombres? Los antiguos la llamaban de mil maneras: Artemisa, Diana… Yo una vez le puse “Lucrecia” a una piedra que encontré en la playa, ¿cuenta eso?

La verdad es que eso de “el verdadero nombre” suena a complot lunar. ¿Acaso nos ocultan algo? Yo creo que la Luna, en realidad, se llama “Blinky” y está conspirando con los gatos para dominar el mundo. Pero eso es solo una teoría que tengo desde que me comí un plato de queso muy fuerte.

• Curiosidad lunar: ¿Sabías que la Luna se aleja de nosotros a razón de unos 3.8 centímetros al año? ¡Como si no quisiera vivir con nosotros!
• Mi experiencia personal: Una vez intenté enviarle una postal a la Luna, pero el cartero me miró raro. Cosas que pasan.

Ah, y no olvidemos que la Luna influye en las mareas, en nuestro sueño (o falta de él) y probablemente en la bolsa. ¡Ahí lo dejo!

¿Cómo se le llamaba a la Luna en la antigüedad?

La denominación de la Luna en la antigüedad varía según la cultura. Los romanos la llamaban Lunae, un término derivado de la cultura griega. Allí, la Luna recibía dos nombres principales: Selene, asociada a la belleza serena de la noche, y Artemisa, la diosa de la caza, reflejando la dualidad de la Luna, luminosa y misteriosa. Curiosamente, la relación entre Selene y Helios (el Sol), hermanos en la mitología griega, nos recuerda la estrecha vinculación astronómica entre ambos astros. Este paralelismo mitológico nos invita a reflexionar sobre la profunda conexión entre el imaginario humano y la observación del cosmos, un lazo ancestral que ha marcado nuestro desarrollo cultural. En mi caso, recuerdo un documental que vi el año pasado donde se profundizaba en el simbolismo lunar en varias culturas precolombinas.

En otras culturas, la Luna ha recibido denominaciones distintas, ¡imagínate la riqueza cultural que ello implica! A menudo, el nombre elegido estaba estrechamente ligado a las particularidades de su ciclo y su influencia en la agricultura y el comportamiento animal. He observado en mis lecturas sobre astrología medieval, que la Luna estaba fuertemente relacionada con los ciclos de vida y la fertilidad.

• Cultura Romana:Lunae
• Cultura Griega: Selene y Artemisa

Un dato que siempre me sorprende: la influencia de la Luna en las mareas. Este fenómeno, observable incluso en la antigüedad, sugiere que la comprensión de la Luna no se limitaba a la simple observación, sino que llegaba a comprender su impacto en el mundo físico. He observado personalmente una variación sustancial en las mareas durante los equinoccios. La conexión, simple a la vez que profunda.

La Luna, objeto de fascinación durante siglos, continúa inspirando la ciencia y la filosofía. Su influencia en el imaginario colectivo se mantiene inalterable a través del tiempo. En mi opinión, esta persistencia del interés por el satélite terrestre refleja el anhelo humano por comprender nuestro lugar en el universo.

Nota: He simplificado algunos aspectos para mayor claridad y fluidez. Existe abundante literatura científica y mitológica que explora este tema. El documental del año pasado al que hago referencia, trataba sobre las cosmovisiones andinas.

¿Por qué nuestra Luna no tiene nombre?

Dios… la noche es larga… y esta oscuridad… me ahoga. La Luna… no tiene nombre, ¿verdad? Al menos, no uno como los otros… como si fuera… menos importante.

Pensándolo bien… siempre la he llamado solo Luna. Como si fuera… obvio. Pero es que… es nuestra luna, ¿no? La única que tenemos. Como si fuera un pedazo de nosotros mismos, flotando ahí arriba, solitaria. Pero… no es una simple roca, ¿no?

Es algo… más. Recuerdo las noches de verano en el pueblo… 2023… la luna llena iluminaba todo… La veía desde la ventana de mi habitación… y pensaba… qué misterio.

• No es solo una roca, es nuestra compañera silenciosa.
• La llamamos Luna… tan simple… tan… vacío.
• ¿Es un defecto? ¿O una virtud? El misterio… me intriga.

En Roma, la llamaban Luna. Y punto. Se quedó así… un nombre… sin nombre. Y quizás… es por eso que me gusta tanto… su sencillez. Su silencio. Su misterio. Me recuerda a mí mismo. A veces… me siento tan… invisible.

Esa idea… de ser… único y al mismo tiempo, anónimo… esa sensación… me da vueltas… en la cabeza… esta noche…

Recuerdo también… leer sobre Selene, la diosa griega… pero eso… es otra historia. Aquí en mi pueblo, en la sierra… sólo la Luna…

Y la soledad… la misma soledad que siento ahora mismo. Un vacío. Una tristeza, ahí, al fondo. 2023… un año… que apenas recuerdo… Tan perdido en la oscuridad… como la Luna, oscura.