¿Qué pasó con El Chino de La Nueva Luna?

Ay, Dios mío… ¿El Chino? No lo puedo creer. 41 años… ¡tan joven! Me quedé helada cuando lo leí, la verdad. Recuerdo perfectamente cuando lo vi por primera vez en La Nueva Luna, ¿quién no? Tenía esa energía, esa chispa… parecía que podía con todo. Y ahora… silencio. Un silencio que duele, un vacío enorme. Dicen que murió en su casa, en su dormitorio… ¿te imaginas? Solo, en la quietud de su habitación, sin que nadie pudiera hacer nada. Se descompensó… ¿cómo? ¿Qué pasó en esos últimos minutos? Es horrible pensar en ello.

Me vienen a la mente tantas imágenes: sus bailes, sus chistes, esa forma tan peculiar que tenía de moverse en el escenario… ¡incluso recuerdo cómo me reía a carcajadas con sus ocurrencias en una función en el Teatro Juárez, allá por el 2008! ¡Qué tiempos aquellos! Era increíble, la gente lo adoraba. Siempre estaba lleno el teatro, ¿verdad que sí? Hasta mi abuela, que es un poco… ¡cómo decirlo!… reacia a todo lo nuevo, se reía con él. Y ahora… solo queda el recuerdo. Un recuerdo agridulce, lleno de alegría y de un dolor que no se puede explicar.

Leyendo algunas noticias, vi que muchos hablan de sus últimas horas, hay como… mmm… cientos de comentarios en redes sociales, muchos, muchos. Se dice que fue repentino, demasiado rápido. Cuarenta y un años… ¡es una barbaridad! Me hace pensar en mi propio hermano, que tiene casi la misma edad, y me da un vuelco el estómago. ¿Y si…? ¡No quiero ni pensarlo! Es terrible, tan… injusto. Queda el dolor, la tristeza, pero también la inmensa gratitud por habernos regalado momentos inolvidables. Descansa en paz, Chino. Nunca te olvidaremos.