¿Qué significa la canción Lisa de Cerati?

Lisa, un viaje onírico bajo las olas de Cerati

La canción “Lisa”, de Gustavo Cerati, no es solo un título; es una ventana a un mundo submarino, un viaje onírico alimentado por la memoria y la imaginación. Más allá de la melodía cautivadora y la atmósfera etérea, la letra esconde un simbolismo profundo, un reflejo de la infancia y un diálogo con la figura de la propia hija, Lisa, nacida tres años después de su composición.

No se trata de una descripción literal de un viaje acuático. La canción evoca la infancia, esa época de ensueños ilimitados, donde el mundo se percibe a través de una lente mágica y los límites son borrosos. La niña, personificada en Lisa, se mueve en un universo submarino fantástico, poblado por criaturas marinas que dan cuerpo a la imaginación infantil. No son meros animales marinos, sino representaciones de la fantasía, del misterio y del potencial infinito que habita en el niño.

La atmósfera onírica, característica del sonido de Cerati, contribuye a la sensación de ensueño. Los acordes suaves, las melodías repetitivas y las texturas instrumentales, entrelazadas con la voz de un Cerati que parece susurrar más que cantar, crean un espacio acústico que envuelve al oyente en una nebulosa de sensaciones.

¿Qué representan estas criaturas marinas? ¿Son los recuerdos de la infancia que flotan en la memoria, como peces multicolores que juegan en las olas del tiempo? ¿O acaso son los miedos y fantasías reprimidos por la racionalidad adulta? La ambigüedad deliberada de la letra permite al oyente construir su propia interpretación, nutriendo una conexión personal con la música.

Más que una canción sobre un viaje submarino, “Lisa” es un homenaje a la pureza de la infancia, un lamento a la pérdida de esa inocencia y una evocación del mundo imaginario que reside en el interior de cada uno. Es un testimonio del poder transformador de la memoria, que une el presente con los recuerdos infantiles, a través de un universo sonoro de una belleza casi palpable. La llegada de Lisa, tres años después de la composición, no es una casualidad. La canción, con sus imágenes flotantes, se convierte en una especie de carta a la hija, un registro del mundo interior de Cerati en ese momento, cargada de sensibilidad y emoción contenidas.