¿Qué significa si la Luna está amarilla?

¿Por qué la Luna se ve amarilla cerca del horizonte?

La Luna, nuestro satélite natural, suele verse como un orbe blanco brillante en el cielo nocturno. Sin embargo, a veces puede adoptar un tono amarillento o anaranjado, especialmente cuando está cerca del horizonte. Esta fascinante coloración es un resultado directo de un fenómeno atmosférico llamado dispersión de Rayleigh.

Dispersión de Rayleigh

La dispersión de Rayleigh es el proceso por el cual la luz se dispersa en ciertas direcciones debido a la interacción con pequeñas partículas, como las moléculas de aire. La longitud de onda de la luz determina la cantidad de dispersión que experimenta. Las longitudes de onda más cortas (azul y violeta) se dispersan más fuertemente que las longitudes de onda más largas (rojo y amarillo).

La trayectoria de la luz

Cuando la Luna está cerca del horizonte, su luz debe viajar una distancia mayor a través de la atmósfera para llegar a nuestros ojos. A medida que la luz atraviesa la atmósfera, las moléculas de aire dispersan las longitudes de onda azul y violeta. Esto deja dominar los tonos rojizos y amarillentos, dando a la Luna un aspecto amarillo o anaranjado.

Variación en el color

El grado de coloración amarillenta o anaranjada que se observa en la Luna varía según varios factores, entre ellos:

• La cantidad de partículas en la atmósfera: Más partículas provocan una dispersión más fuerte, lo que resulta en un color más amarillo o anaranjado.
• La altitud de la Luna: Cuanto más cerca del horizonte esté la Luna, mayor será la distancia que su luz debe recorrer, lo que lleva a una coloración más pronunciada.
• Condiciones meteorológicas: La presencia de nubes, polvo o contaminación puede aumentar la dispersión, lo que resulta en un color más amarillo o anaranjado.

Conclusión

La coloración amarillenta o anaranjada de la Luna cerca del horizonte es un hermoso testimonio del poder de la dispersión de la luz. Este fenómeno atmosférico nos permite apreciar la belleza y la maravilla de nuestro universo, y nos recuerda que incluso los objetos celestes más familiares pueden mostrar sorpresas inesperadas.