¿Quién dijo que la cultura es simbólica?

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Geertz, influenciado por pensadores como Vico, Cassirer y Parsons, conceptualiza la cultura como un entramado de símbolos que otorgan sentido a la experiencia humana, estructurando la realidad individual y colectiva a través de un complejo sistema de significaciones compartidas.

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Desentrañando el Significado: La Cultura como Tejido Simbólico

La pregunta “¿Quién dijo que la cultura es simbólica?” nos lleva inevitablemente a una figura clave en la antropología del siglo XX: Clifford Geertz. Si bien Geertz no fue el primero en reconocer la importancia de los símbolos en la cultura, su trabajo revolucionó la forma en que entendemos el significado y la experiencia humana al colocar el simbolismo en el centro de la definición misma de cultura.

Influenciado por un rico legado intelectual que incluye pensadores tan diversos como Giambattista Vico, Ernst Cassirer y Talcott Parsons, Geertz elaboró una concepción de la cultura radicalmente diferente a las visiones más funcionalistas o evolucionistas que predominaban en su época. Para Geertz, la cultura no era simplemente un conjunto de costumbres, tradiciones o instituciones. Era, fundamentalmente, un entramado de símbolos, una red intrincada de significados a través de la cual los individuos interpretan el mundo que les rodea y dan sentido a sus vidas.

Esta concepción se fundamenta en la idea de que la experiencia humana no es inherentemente significativa. En lugar de eso, son los símbolos culturales los que estructuran nuestra realidad individual y colectiva. Estos símbolos, desde el lenguaje y el arte hasta los rituales y las creencias, no son meras representaciones de la realidad, sino que activamente la configuran. Un apretón de manos, una bandera, una canción, una danza; todos ellos son portadores de significados complejos que son compartidos, aprendidos y transmitidos dentro de un grupo social determinado.

La clave para entender la cultura, según Geertz, reside en descifrar estos sistemas de significaciones compartidas. No se trata de imponer nuestras propias interpretaciones, sino de comprender cómo los miembros de una cultura específica interpretan el mundo a través de su propio marco simbólico. Este enfoque “interpretativo” de la antropología exige una profunda inmersión en el contexto local, una observación detallada y una escucha activa para comprender el “punto de vista nativo”.

En resumen, la contribución de Geertz al debate sobre la naturaleza de la cultura reside en su énfasis en la centralidad del simbolismo. La cultura, en su visión, no es simplemente una herramienta para la adaptación o la satisfacción de necesidades básicas, sino un sistema complejo de significados que dan forma a la experiencia humana, estructurando la realidad y proporcionando el marco para la acción social. Al comprender la cultura como un tejido simbólico, podemos apreciar la riqueza, la diversidad y la complejidad de la experiencia humana en todo el mundo.