¿Quién habla español correctamente?

¿Quién habla español correctamente? ¿De verdad existe eso? Me hace ruido esa pregunta, ¿sabes? Como si hubiera un club exclusivo del español perfecto y los demás estuviéramos fuera, mirando por la ventana. ¡Qué tontería! A ver, claro que hay una gramática, unas reglas… pero, ¿y la vida real?

Yo, por ejemplo, recuerdo a mi abuela, canaria de pura cepa, con sus “gofio” y sus “guaguas”. ¿Hablaba mal español? ¡Para nada! Su español era vibrante, lleno de sol, como las islas. Y luego mi amigo argentino, con sus “che” y sus “vos”, ¡un genio! ¿Es menos correcto su español? No me hagan reír.

Es que… ¿cómo se mide la corrección? ¿Con una regla? ¿Con un examen? A veces pienso que nos preocupamos demasiado por las formas y nos olvidamos del fondo, de lo que realmente importa: ¡comunicarnos!

He viajado por varios países hispanohablantes y, sí, a veces me cuesta entender algunas expresiones. Una vez, en Chile, pedí un “jugo” y me miraron raro. Resulta que allí se dice “zumo”. ¡Cosas que pasan! Pero al final nos entendimos, a las risas, incluso. Eso es lo importante, ¿no?

Dicen, bueno, leí por ahí, que hay como 500 millones de hispanohablantes en el mundo. ¡500 millones! Imagínate la cantidad de acentos, de expresiones, de maneras de hablar… ¡Es una locura pensar que solo una sea la “correcta”! Para mí, la riqueza del español está precisamente en esa diversidad, en esa mezcla de culturas y sonidos. Así que, en vez de buscar un español perfecto, ¿por qué no disfrutamos de todos los españoles que existen?