¿Cómo saber si es una sustancia pura o mezcla?

¿Pura o mezcla? Esa pregunta, ¿verdad que a veces parece más complicada de lo que es? Como cuando intentas descifrar los ingredientes de un plato súper elaborado… ¡y terminas rindiéndote y pidiendo pizza! Bueno, aquí va la cosa. Una sustancia pura, como su nombre lo indica, es algo “puro”, sin aditivos, con una composición fija, inamovible. Piensen en el agua destilada, ¿ok? Solo H₂O, nada más. O el oro puro, brillante, reluciente, sin otros metales metidos por ahí. ¿Ven? Simple.

Ahora, las mezclas… ¡Ay, las mezclas! Ahí es donde se pone interesante (y a veces un poco caótico). Una mezcla junta dos o más sustancias puras, pero –y esto es clave– en proporciones variables. ¿Qué significa esto? Pues que puedes tener un poquito de esto, un muchito de aquello, y ¡zas! tienes una mezcla nueva. El aire, por ejemplo, ¿se han parado a pensar en todo lo que lleva dentro? Nitrógeno, oxígeno, dióxido de carbono… una fiesta de gases, vaya. O una ensalada, ¿no es la mezcla perfecta? Lechuga, tomate, cebolla, quizás un poco de queso… ¡y la vinagreta que le da el toque mágico! Mi abuela hacía una ensalada rusa… ¡qué mezcla de sabores! Patatas, zanahorias, guisantes, mayonesa… Imposible replicar su receta exacta, porque siempre le echaba “un poquito” de esto o “un puñadito” de aquello. Y ahí está la clave de las mezclas: esa variabilidad que las hace tan únicas… y a veces tan difíciles de analizar. He leído por ahí que el aire, dependiendo de dónde estés, puede tener diferentes proporciones de gases. No sé, algo así como un 78% de nitrógeno, un 21% de oxígeno… No me acuerdo bien de los números exactos, pero la idea es esa, ¿no? Que cambia. Y es precisamente esa posibilidad de cambio, de variación, lo que diferencia a una mezcla de una sustancia pura.

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