¿Cómo se organizan los continentes?

¿Cómo se organizaron los continentes?

La Tierra. Un rompecabezas. Siempre en movimiento.

• Pangea. Un supercontinente. Ficción o realidad? Poco importa. Se rompió.

• Placas tectónicas. Un baile lento, brutal. Millones de años. El magma, el motor.

• 2024. Aún se mueven. Continúan. Despacio. Pero sin pausa. Ineludible.

El mapa, una mentira. Una foto fija. La verdad, la dinámica. Un proceso continuo. Todo cambia.

Es la ley. La única ley que importa. Evolución, adaptación o extinción. No hay más.

Mi abuelo, geólogo. Decía: “La tierra se ríe de nuestra historia”. Tenía razón.

Movimiento de las placas. Fuerza inmensa. Impredecible. Creación y destrucción. Un ciclo sin fin. La vida, una casualidad en este proceso.

• Subducción. Una placa se hunde bajo otra. Formación de volcanes. Como cicatrices en la piel de la Tierra.
• Divergencia. Placas que se separan. Nuevos océanos. Formación de dorsales oceánicas.
• Convergencia. Choque de placas. Formación de montañas. Como heridas. Profundas. Letales.

El tiempo, un concepto humano. Irrelevante. Para la Tierra. Infinito. Sin principio. Sin final. La nada antes, la nada después. Nosotros, un paréntesis.

¿Cuántos continentes hay en el mundo, 5 o 7?

Siete. Siete continentes. Un número que resuena, un eco en la vastedad. Me viene a la mente la imagen de un mapamundi antiguo, desgastado por el roce de mis dedos, en la casa de mi abuela. El papel amarillento, las líneas borrosas… siete manchas de color desdibujadas.

Siete continentes. Pero, ¿qué es un continente? ¿Una línea en la arena? Una convención. Europa, pequeña y aferrada al costado de Asia, un apéndice, una península… Recuerdo un viaje a Estambul, a caballo entre dos mundos, dos continentes. El Bósforo, una línea líquida que separa, que une. Asia inmensa, desbordante.

Asia. África, cuna de la humanidad, tierra roja bajo un sol implacable. América, partida en dos, América del Norte, América del Sur, unidas por un delgado hilo de tierra. Imágenes desordenadas, recuerdos fragmentados. El frío, el hielo eterno de la Antártida. La inmensidad del océano Pacífico, salpicado de islas, Oceanía.

El mundo, un rompecabezas de tierra y agua. Siete piezas, dicen. Siete continentes. Un número que se repite, siete. Siete días de la semana, siete colores del arcoíris… Siete continentes. Una verdad aprendida en la infancia, grabada a fuego en la memoria. Este año, revisando un atlas geográfico con mi sobrina, volví a verlos, los siete nombres impresos en tinta brillante.

• Asia
• África
• América del Norte
• América del Sur
• Antártida
• Europa
• Oceanía

Europa… una península. Una idea que persiste, una duda que me asalta. ¿Realmente siete? El mundo, un misterio inabarcable. El mapamundi de mi abuela, un recuerdo borroso. Siete continentes. Siete.

¿Cómo están divididos los continentes?

¡Uf! La división de los continentes… siempre me ha parecido un lío. Recuerdo en clase de Geografía, en 2024, mirando el mapa gigante colgado, ese verde-amarillento desgastado, como si la propia tierra se estuviera descascarillando. Me sentía pequeña, insignificante ante tanta extensión.

América: ¡Qué pasada! Ese continente enorme. Recuerdo la profe explicando América del Norte, con sus países gigantescos, y luego América Central, como una cintura estrecha, y al final América del Sur, con los Andes imponentes, viéndolos en fotos, ¡qué altura! Sentía vértigo imaginándome allí.

Europa, bueno, más pequeña, pero ¡qué historia! Europa del Este, tan misteriosa para mi, siempre me ha fascinado. Europa del Oeste, más cercana, la que más me suena. Y luego el norte, con sus fiordos, ¡impresionante! Añoro ir algún día.

Asia: ¡Madre mía, Asia! Enorme, inabarcable. Asia Oriental, con Japón, China… ¡Qué culturas distintas! Y Asia Meridional, con la India… ¡Tanto que ver! Asia Central, casi no me acuerdo de nada sobre ella, quizás porque parece tan lejana y desconocida para mi… ¡Qué pereza!

¡África! África del Norte con el desierto, tan diferente a África del Oeste. Siempre me han llamado la atención sus paisajes. Nunca podré olvidarme de las fotos del Serengueti. África Central, África del Este, África del Sur… cada zona, un mundo.

Oceanía: ¡Qué poco sabemos! Australia, ¡qué animalitos raros! Nueva Zelanda, con sus paisajes verdes… Y las Islas del Pacífico, un paraíso, ¡un sueño! El mapa me quedaba pequeño.

• América: Norte, Central, Sur
• Europa: Este, Oeste, Norte
• Asia: Oriental, Sudoriental, Meridional, Central, Occidental
• África: Norte, Oeste, Central, Este, Sur
• Oceanía: Australia, Nueva Zelanda, Islas del Pacífico

Me da la impresión que la división es algo arbitraria, ¿no? Es tan complejo. Y todo este tema me da una sensación de inmensidad, de pequeñez… Quizás deberíamos enfocarlo de otra forma. Aprender Geografía me parece crucial, nos da perspectiva.

¿Cuáles son los continentes más grandes?

Asia. El gigante. Impresionante. Siempre lo ha sido.

América. Segundo. ¿De verdad? Para algunos, una anomalía geográfica. Una cuestión de perspectiva.

África. Tercero. La cuna de todo. Desierto. Esperanza. Contradicción.

Europa. Pequeña. Sobrepoblada. Histórica. Importancia desproporcionada.

Antártida. Hielo. Silencio. Un continente dormido. Inaccesible.

Oceanía. Islas. Fragmentada. Australia. El sueño de un continente.

La verdad, me aburre la geografía. Preferiría hablar de mi gato persa, Míster Bigotes. Tiene un pelaje inigualable, blanco nieve, aunque hoy lo encontré con un poco de tierra. Cosas de gatos.

• Asia: 43.810.000 km² (2024) Un coloso. Siempre presente.
• América: 42.330.000 km² (2024) La eterna segunda.
• África: 30.370.000 km² (2024) Profundidades. Misterio.
• Europa: Datos irrelevantes. Demasiado pequeño para mi gusto.
• Antártida: Un desierto de hielo. Un enigma.
• Oceanía: Un conjunto de islas. No lo considero realmente un continente. ¿Qué opinas?

Todo es relativo. La existencia es efímera. Hasta Míster Bigotes lo sabe.

¿Cómo se explica la separación de los continentes?

La separación de los continentes se explica por la fragmentación de Pangea hace unos 200 millones de años, impulsada por el movimiento de las placas tectónicas.

¿Te digo la verdad? La primera vez que oí hablar de Pangea fue en clase de geología, allá por 2023, en la universidad. Me sonaba a peliculón de ciencia ficción, no a una realidad geológica. El profesor, un señor calvo con una barba que parecía un arbusto descontrolado, nos puso un mapa del mundo con los continentes encajados. ¡Flipé!

Recuerdo perfectamente la sensación: incredulidad mezclada con una especie de vértigo. ¿Cómo es posible que la Tierra haya cambiado tanto? ¿Y que siga cambiando? Me imaginaba las placas tectónicas como piezas gigantes de un puzzle moviéndose a cámara lenta. Da un poco de miedo pensar en ello, la verdad.

• Pensamientos de ese día:
  • “¿Estamos seguros de que no se van a volver a juntar los continentes?”
  • “¿Madrid acabará en la costa algún día?” (Vivo cerca)
  • “¿Tendré que aprender chino para poder ir de vacaciones dentro de millones de años?”

Esa tarde, en la cafetería, estuve hablando del tema con mis amigas. Una de ellas, la que estudia biología, me dijo que la separación de los continentes también explica por qué hay animales y plantas parecidos en sitios tan alejados. ¡Boom! Otra revelación.

Para que te hagas una idea más clara de lo que hablamos, aquí tienes algunos puntos clave sobre las placas tectónicas, que aprendí después, no ese día exactamente, en realidad, repasando apuntes y tal:

• Las placas tectónicas son fragmentos de la litosfera, la capa más externa y rígida de la Tierra.
• Se mueven sobre la astenosfera, una capa más dúctil y caliente.
• Los límites de las placas son zonas de intensa actividad geológica: volcanes, terremotos, formación de montañas…
• Existen varios tipos de límites: convergentes (donde las placas chocan), divergentes (donde las placas se separan) y transformantes (donde las placas se deslizan una junto a la otra).
• El movimiento de las placas es muy lento, pero constante: unos pocos centímetros al año.

No es que me haya convertido en una experta, pero ahora entiendo un poco mejor por qué el mundo es como es. Y sigo flipando con la idea de que el suelo que piso se mueve, aunque yo no lo note.