¿Cuál es más grande, la Luna o la Tierra?

¿La Luna o la Tierra? ¡Ay, qué pregunta tan obvia, verdad? Pero a veces, las cosas obvias son las que más me hacen pensar… ¿Recuerdas aquella noche en la playa, con la luna llena brillando como un disco de plata? Parecía enorme, ¿no? Casi como si pudiera tocarse, tan cerca se sentía. Y sin embargo… la Tierra. ¡Nuestra inmensa Tierra!

Es que, aunque la Luna nos cautive con su belleza, su misterio, su influencia en las mareas… ¡la Tierra es simplemente gigantesca! He leído por ahí que su superficie es unas diez veces más grande que la de la Luna. Diez veces… ¡uff! Ni me imagino esa diferencia. Es como comparar un pequeño grano de arena con, no sé, ¡una montaña entera! O quizás, mejor dicho, como comparar mi pequeño apartamento con… bueno, con toda la ciudad de Madrid. ¡Una locura!

Recuerdo una vez, en clase de ciencias, nuestro profesor nos enseñó un modelo del sistema solar, diminuto pero efectivo. Incluso entonces, la diferencia de tamaño entre la Tierra y la Luna era brutal. Me quedé pensando: ¿cómo es posible que algo tan brillante, tan presente en la noche, sea “tan pequeño” comparado con nuestro planeta azul? Y es que, claro, las apariencias engañan… La perspectiva, la distancia… A veces, hasta la Luna misma me parece inabarcable, ¡y es solo una fracción de lo que es la Tierra!