¿Cuáles son 10 deberes de la familia?
Algunos deberes familiares para los hijos incluyen:
- Ayudar con la colada.
- Guardar su ropa y juguetes.
- Quitar el polvo/barrer/aspirar.
- Poner/quitar la mesa.
- Lavar/secar/guardar platos.
- Cuidar mascotas.
¿Diez deberes familiares? Uf, qué pregunta… me hace pensar en mi propia infancia, en esas tardes interminables de ordenar mi habitación, un caos perpetuo que desafiaba cualquier intento de organización. ¿Quién se acuerda de esas batallas contra la montaña de ropa sucia? Recuerdo a mi madre, suspirando… siempre suspirando. Eso sí, ¡la culpa era mía!
Pero bueno, dejando a un lado mis recuerdos –que a veces me dan un poquito de vergüenza- hablemos de estos “deberes”. Porque sí, a ver… ¿deberes? ¿O colaboraciones? Creo que la palabra “deber” suena un poco… ¡frío! Como si fuera una obligación militar, ¿no? Prefiero pensar en ayudar en casa como algo que hacemos juntos, en equipo. Una familia es un equipo, ¿verdad?
Y entonces… ¿qué hacemos en equipo? Pues mira, se me ocurren más de diez cosas, pero voy a intentar resumirlo:
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La ropa: ¿Quién no ha luchado contra un calcetín huérfano? Ayudar con la colada no es solo meter la ropa en la lavadora (¡aunque eso ya es un gran paso!), es doblarla, ¡que es la parte que a mí siempre se me daba peor! Y guardarla, por supuesto. Porque, ¿quién quiere vivir en un mar de calcetines desparejados?
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El orden de la jungla (léase: habitación): Ordenar la propia habitación. A veces parece una tarea imposible, sobre todo si tienes hermanos que parecen empeñados en convertirla en un campo de batalla. ¡Pero es super importante! Yo aprendí a base de broncas… aunque luego se agradece tener un espacio ordenado.
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El súper poder de la limpieza: Barrer, aspirar… ¡hasta fregar! (Vale, fregar lo dejo para los más mayores, jeje, yo me encargaba del polvo, con más o menos éxito…). Mi padre siempre decía que una casa limpia era una casa en paz… y tenía razón, aunque a veces me daba pereza.
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El arte de poner y quitar la mesa: Una cosa sencilla, sí, pero que ayuda un montón. Y además, es un buen momento para charlar con la familia. A veces, las mejores conversaciones se dan alrededor de la mesa, ¿no creéis?
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El misterio de los platos: Lavar, secar, guardar… ¡una odisea! Recuerdo que alguna vez rompí un plato… ¡La cara de mi madre! ¡Un drama! Aprendí a hacerlo con cuidado después de aquello.
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Los amigos peludos: Cuidar de las mascotas. Darles de comer, jugar con ellos, sacarlos a pasear… ¡son parte de la familia! Y necesitan nuestro cariño y atención. Con mis perros era una fiesta, ¡a veces sentía que ellos me cuidaban más a mí que yo a ellos!
Y podría seguir… hay mil cosas más. Cocinar, hacer la compra, regar las plantas… todo suma. Lo importante es la colaboración, la ayuda mutua. Porque la familia es, ante todo, un equipo. Un equipo que, a veces, se pelea, se enfada… pero siempre se quiere. ¿O no?
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