¿Cuáles son los cambios físicos en la infancia?

Ay, la infancia… ¿Quién no recuerda esos cambios? ¡Qué locura! Recuerdo a mi hermana pequeña, ¡qué rápido crecía! Parecía que cada semana tenía que comprarle ropa nueva, ¡imposible mantenerle el ritmo! Aumento de estatura y peso, dicen los libros… ¡pero qué barbaridad de aumento! No era un crecimiento lineal, ¿sabes? Había estirones increíbles, seguidos de periodos donde parecía que se quedaba estancada. A veces me preguntaba si iba a llegar a medir dos metros.

Y el pelo… ¡qué lío! De esa melena finita de bebé a toda una cabellera, que a veces parecía un nido de pájaro. Recuerdo las peleas para peinarla, ¡qué guerra! Y los dientes… ¡qué aventura! Primero la erupción, esas encías inflamadas, esos llantos… y luego la caída, esos dientes de leche que guardábamos con tanto cariño en una cajita… ¿Te acuerdas de esa sensación? Ahora, mirando atrás, me parece increíble la cantidad de transformaciones que ocurrieron en tan poco tiempo. ¡Y ni hablar de la llegada de los dientes definitivos! Algunos salieron rectos, otros… bueno, digamos que tuvieron que ir al ortodoncista para enderezarlos. ¡Quién iba a imaginarlo!

Luego llegó la pubertad… ¡ufff! Ese cambio fue, cómo decirlo… ¡explosivo! Me acuerdo de mi primo, que de la noche a la mañana, parecía un hombre. Creció como una mala hierba, ¡literalmente! Y los cambios hormonales, esa montaña rusa… Ahora, con perspectiva, entiendo que todo forma parte de ese proceso mágico, pero en ese momento… ¡qué estrés!

En fin, todos esos cambios, el aumento de estatura y peso, el crecimiento capilar, la erupción, caída y reposición dentaria, el desarrollo puberal… son parte de un proceso natural, único e irrepetible. Un proceso que, aunque a veces caótico, nos lleva a convertirnos en quienes somos. Y ahora, que lo pienso, ¡qué bonito es recordar esa etapa!