¿Por qué mi hijo no se concentra?
A veces, los niños tienen problemas de concentración debido a situaciones de su vida diaria, como conflictos con amigos o anticipación por una celebración. También pueden afectarles situaciones estresantes como una mudanza, una pérdida familiar o el aprendizaje a distancia.
¿Por qué mi hijo no se concentra? Descifrando las claves de la falta de atención infantil
La falta de concentración en los niños es una preocupación común entre padres y educadores. A diferencia de la creencia popular que la atribuye simplemente a la “edad” o a una “falta de disciplina”, la dificultad para concentrarse puede tener múltiples raíces, algunas superficiales y otras que requieren una atención más profunda. No se trata de una etiqueta, sino de un síntoma que indica la necesidad de comprender la situación individual del niño.
A menudo, las causas son más sencillas de lo que parece. Situaciones cotidianas pueden generar una dispersión significativa. Un conflicto con un amigo, la anticipación nerviosa ante una fiesta de cumpleaños o incluso la simple excitación por un evento futuro pueden ocupar su mente, restando capacidad para enfocarse en tareas escolares o actividades que requieran atención sostenida. Imaginen la dificultad de concentrarse en un examen si se está obsesionado con un videojuego o una pelea con un compañero.
Pero más allá de las situaciones puntuales, existen factores más profundos que pueden afectar la concentración. El estrés, un silencioso enemigo de la atención, puede manifestarse de diversas maneras. Un cambio significativo en la vida familiar, como una mudanza, la separación de los padres o la pérdida de un ser querido, genera un impacto emocional que se traduce en dificultad para concentrarse. La incertidumbre y la angustia inherentes a estas situaciones agotan la energía mental del niño, dejando poca capacidad para atender a otras tareas.
El aprendizaje a distancia, implementado masivamente en los últimos años, también ha tenido un impacto considerable. La falta de estructura, la mayor distracción del entorno doméstico y la dificultad para interactuar con profesores y compañeros han contribuido significativamente a problemas de concentración en muchos niños. La soledad, la falta de interacción social y la sobreexposición a pantallas pueden ser factores agravantes.
Es crucial entender que la falta de concentración no es una debilidad inherente, sino una señal que necesita ser interpretada. Antes de atribuir la dificultad a un trastorno de déficit de atención con hiperactividad (TDAH) o a otras condiciones, es fundamental descartar estas causas más comunes. Hablar con el niño, observarlo en su entorno, prestar atención a sus patrones de comportamiento y comunicarse con su profesor son pasos esenciales.
Si la falta de concentración persiste a pesar de la resolución de los problemas cotidianos y la implementación de estrategias para mejorar la concentración (como rutinas estables, espacios de estudio adecuados y técnicas de relajación), entonces se debe consultar con un profesional, pediatra o psicólogo infantil, para una evaluación completa y un diagnóstico preciso. El objetivo es comprender las razones subyacentes y desarrollar un plan de intervención adecuado a las necesidades individuales del niño, ayudándole a desarrollar las habilidades necesarias para una mejor concentración y un aprendizaje exitoso.
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