¿Qué es la posición estática?

0 ver

Uf, la postura estática... ¡qué rollo! Para mí, es mucho más que simplemente cómo te sientas o paras. Es la expresión silenciosa de tu cuerpo, tu tarjeta de presentación física. Una buena postura, ¡ay!, se siente liberadora, ¡como si respiraras mejor! Pero una mala, ¡uff!, te carga la espalda, te encorva el alma… Es un reflejo de tu estado físico y mental, así que cuídala, ¡que es la base de todo!

Comentarios 0 gustos

¿Qué es la posición estática? Uf, la postura estática… ¿quién no ha sentido ese dolorcillo en la espalda después de estar horas sentado frente al ordenador? Para mí, no es solo una cuestión de estética, aunque claro, ¿a quién no le gusta verse bien? Es mucho más profundo, ¿sabes? Es como… la canción silenciosa que tu cuerpo canta al mundo. Es tu tarjeta de presentación, sí, pero también una radiografía de tu estado anímico.

Recuerdo una vez, estaba pasando por un momento horrible en el trabajo, presión por todas partes, una montaña de responsabilidades… y me di cuenta de que andaba encorvada, como una viejecita, ¿entiendes? Los hombros caídos, la cabeza gacha. ¡Una pena! Y no solo me veía mal, sino que me sentía fatal, con esa sensación de pesadez, como si llevara el mundo a cuestas. De hecho, leí por ahí que el 80% de la población adulta sufre de algún tipo de problema de espalda, y seguro que muchos se deben a una mala postura. ¡Ay, qué barbaridad!

Una buena postura, en cambio… ¡es como un abrazo! Te sientes ligera, con energía. Recuerdo una época en la que me dediqué al yoga, y poco a poco, fui consiguiendo una postura más erguida y consciente. Fue increíble la diferencia, no sólo físicamente, sino también mentalmente. Sentía más seguridad, más fuerza. Es como si, al enderezarte, también enderezaras tu vida, ¿no?

Es un tema que me apasiona, porque es algo que nos afecta a todos. No es cuestión de ser una modelo, ni de tener un cuerpo perfecto, aunque ayuda, claro. Es una cuestión de salud, de bienestar, de… autocuidado. Cuida tu postura, ámate un poquito más cada día, y verás qué bien te sientes. No es magia, es conciencia corporal. Además, a veces sólo hace falta recordarselo a tu cuerpo, que él también sabe, y ¡ay! que alivio cuando te lo recuerda a su manera, un dolorcillo de cuello o de espalda. Es como si te dijera: “Eh, ¡acuérdate de mí!” ¿Verdad que sí?