¿Qué es la teoría de la ley de reflexión?

¿Qué es la ley de reflexión? Uf, suena a física de instituto, ¿verdad? Y a mí, que siempre fui más de letras… Pero, ¿sabes? Recordándola ahora, me trae recuerdos. Recuerdo a mi profe de física, el señor García, con su bata blanca y sus explicaciones a veces un poco… densas. Pero la ley de la reflexión, ¡esa sí que la entendí!

La cosa es sencilla, aunque suene a chino al principio. Piensa en un espejo, ¿vale? Lanzamos un rayo de luz, como si fuera un pequeño dardo invisible, contra el espejo. El ángulo con el que golpea, ese es el ángulo de incidencia, ¿ves? Y el ángulo con el que rebota… ¡ese es el de reflexión! Y la magia, amigos, está en que son iguales. ¡Igualitos! θr = θi, como decía el señor García, con esa letra griega tan elegante.

Me acuerdo una vez, jugando con un espejo de mano en mi habitación, intentando hacer rebotar un rayo de sol, ¡un poco como un rayo láser casero y chapucero! Intentaba calcular los ángulos, ¡era una niña, qué quieres que te diga! No me salía perfecto, claro, pero la idea era esa. El juego me hizo entenderlo mucho mejor que cualquier fórmula.

Ahora, claro, sé que esto va mucho más allá de juegos infantiles, que tiene aplicaciones en muchísimas cosas: desde el diseño de telescopios hasta la fibra óptica, ¡qué pasada! Leí por ahí que se utilizan millones de reflejos en la fibra óptica para transmitir información a través de largas distancias… ¡millones! Eso sí que es increíble, ¿no?

En fin, la ley de la reflexión… Simple en su fórmula, pero con una elegante belleza que me sigue impresionando. Y que me recuerda, sobre todo, al señor García y a mis experimentos con el rayo de sol en mi habitación.