¿Qué fue primero, Pangea o Rodinia?

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Rodinia, un supercontinente anterior a Pangea, existió hace 1100 millones de años. Posteriormente, tras la fragmentación de Rodinia y Pannotia, se formó Pangea, el último supercontinente conocido, consolidándose hace cientos de millones de años.

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La Danza de los Continentes: ¿Rodinia o Pangea, Quién Lideró el Baile?

La Tierra, en su incesante evolución geológica, ha sido testigo del nacimiento, fragmentación y reagrupamiento de masas terrestres colosales: los supercontinentes. Entre los nombres que resuenan con más fuerza en este baile tectónico se encuentran Rodinia y Pangea. Pero, ¿quién fue el primero en pisar la pista de baile geológica? La respuesta, aunque pueda parecer un acertijo, está grabada en las rocas y narrada por los científicos: Rodinia precedió a Pangea.

Imaginemos la Tierra como un rompecabezas gigantesco. Rodinia, el “patriarca” de los supercontinentes modernos, comenzó a ensamblarse hace la friolera de 1100 millones de años, durante el Proterozoico. Este coloso continental, cuyo nombre evoca la palabra rusa “rodina” que significa “patria”, agrupaba la mayoría, si no la totalidad, de las masas terrestres existentes en ese momento. Su configuración exacta aún es objeto de debate entre los geólogos, pero se cree que el corazón de lo que hoy conocemos como América del Norte se encontraba en su centro.

La existencia de Rodinia marcó una época crucial en la historia de la Tierra. Su formación y posterior erosión contribuyeron a cambios climáticos significativos y posiblemente influyeron en la evolución de la vida temprana. Sin embargo, como todo en la naturaleza, su reinado no duraría para siempre.

Con el paso de los milenios, las fuerzas tectónicas internas de la Tierra comenzaron a socavar la estabilidad de Rodinia. Las placas tectónicas, en su constante movimiento, comenzaron a separarse, creando zonas de rift que gradualmente fracturaron el supercontinente. Este proceso de fragmentación fue lento y gradual, pero implacable. Rodinia se desmembró en varios continentes más pequeños, algunos de los cuales se reorganizarían más tarde para formar otros supercontinentes, como Pannotia (un supercontinente de vida relativamente corta que se formó tras la fragmentación de Rodinia y precedió a Pangea).

Finalmente, después de incontables millones de años de deriva continental y colisiones tectónicas, surgió Pangea, el último supercontinente conocido. Pangea, que se consolidó hace alrededor de 335 millones de años durante el Paleozoico tardío y el Mesozoico temprano, unió la mayor parte de la tierra firme en un solo bloque masivo, rodeado por un vasto océano global conocido como Panthalassa.

En resumen, la historia de los supercontinentes es una narrativa fascinante de ciclos de construcción y destrucción. Rodinia, con su antigüedad milenaria, fue el pionero, allanando el camino para la formación de Pannotia y finalmente, para la consolidación del más famoso de sus sucesores, Pangea. El legado de Rodinia, aunque oculto bajo las capas de tiempo, permanece grabado en la geología de nuestro planeta, recordándonos la dinámica constante y el poder transformador de la Tierra. La historia de estos supercontinentes es un testimonio del tiempo profundo y la incesante actividad geológica que ha moldeado el mundo que conocemos hoy.