¿Qué rol debe cumplir un padre?
Ser padre es un torbellino de emociones. Sientes una responsabilidad inmensa por guiar a tus hijos, no solo educándolos académicamente, sino también formándolos como personas. Implica involucrarte en su aprendizaje, entender sus mundos y apoyar el colegio que elegiste para ellos. Es un trabajo agotador, pero profundamente gratificante, donde el amor incondicional es el motor principal. Verlos crecer felices y plenos, eso no tiene precio.
¿Qué rol debe cumplir un padre? Ay, Dios mío, esa pregunta… me la he hecho mil veces. Ser padre… ¿qué significa realmente? No es solo cambiar pañales, aunque créeme, en la primera etapa eso ocupa el 90% de tu vida. Es un tsunami de emociones, una montaña rusa sin fin. Un día estás radiante de orgullo, al otro… bueno, al otro te cuestionas todo. ¿Hice lo correcto? ¿Dije lo correcto? ¿Les estoy dando lo suficiente?
Recuerdo a mi hija, Lucía, con sus cinco añitos, obsesionada con los unicornios. Pasábamos horas dibujándolos, inventando historias… y eso, ¿era educarla académicamente? Quizás no en el sentido tradicional, ¿pero qué me importaba? Era alimentar su imaginación, su creatividad… y eso, me lo dijo su maestra tiempo después, es fundamental, muchísimo más importante de lo que a veces creemos.
La responsabilidad es inmensa, sí. Sientes que tienes que guiarlos, no solo en las matemáticas o la historia, sino en la vida misma. En eso de ser buena gente, de ser honestos, de ser… felices. ¿Y cómo se enseña eso? ¡Eso es lo que no entiendo a veces! No hay manual, ¿verdad? Cada niño es un mundo, una galaxia entera que tienes que aprender a navegar.
Y el colegio… ¡qué tema! Elegir el colegio perfecto… ¡una odisea! Leí un estudio – algo así como que el 70% de los padres se siente estresado por eso- y me sentí totalmente identificada, ¡qué exageración! Pero la verdad es que sí, te consume, piensas en el futuro, en la universidad, en el trabajo… ¡un montón de cosas que ni siquiera ellos entienden ahora!
El cansancio es brutal, claro que sí. Son días interminables, noches sin dormir… pero esa mirada, esa sonrisa, ese abrazo… uff, no hay nada que se le compare. Verlos crecer, verlos felices, ver que, a su manera, van encontrando su camino… Eso no tiene precio, de verdad. No lo cambio por nada en el mundo. Aunque a veces, sí, me pregunto: ¿Lo estaré haciendo bien? Pero luego los miro, y respiro hondo, y sigo adelante. Con amor, con mucho, mucho amor.
#Crianza:#Familia#PaternidadComentar la respuesta:
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