¿Cómo se llama a una persona que no trabaja?

¿Cómo se llama a una persona que no trabaja? Desempleado… uff, qué palabra tan fea, ¿verdad? Suena a vacío, a fracaso. Como si toda una persona se redujera a esa única condición. Me hace pensar en… ¿en qué me hace pensar? En caras. En historias. En mi primo Luis, por ejemplo, que después de que cerrara la fábrica de muebles se quedó sin nada. Imaginen, toda una vida dedicada a tallar madera, a crear cosas con sus manos, y de repente… vacío. Le brillaban los ojos cuando hablaba de su trabajo. Y luego, la nada. Desempleado. ¿Cómo puede una sola palabra abarcar tanto dolor, tanta frustración?

No es solo un número en una estadística, como a veces lo pintan. ¿Has visto esos informes que hablan de “la tasa de desempleo”? Como si fueran objetos, no personas. Es alguien que se levanta cada mañana con un nudo en el estómago, preguntándose cómo va a pagar las facturas, cómo va a alimentar a sus hijos. ¿Te imaginas la presión? Yo a veces pienso en ello y me angustia. Recuerdo cuando yo estuve unos meses sin trabajo… Uf, qué mal lo pasé. La incertidumbre te come por dentro. Te preguntas si eres suficiente, si vales. Aunque racionalmente sepas que no es culpa tuya, que a veces simplemente las cosas pasan… Pero bueno, eso ya es otra historia.

Es gente que, a pesar de todo, sigue luchando. Buscando, enviando currículums, haciendo entrevistas. Con la esperanza, a veces un poco rota, de volver a encontrar su lugar. De sentirse útiles otra vez. De aportar. Porque, seamos sinceros, ¿quién quiere estar sin hacer nada? Nadie. Todos necesitamos sentirnos parte de algo. Contribuir. Y la etiqueta de “desempleado” te roba eso también. Te quita, de alguna manera, tu identidad.

Es… es complicado. Mucho más de lo que parece.

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