¿Qué consecuencias trae la alineación de los planetas?

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¡Me emociona la idea de una alineación planetaria! Siento que se abre una puerta a la transformación, una energía palpable que nos impulsa a dejar atrás lo viejo y animarnos a empezar de cero. Aunque no hay evidencia científica, me llena de esperanza pensar en ese empujoncito cósmico para cambiar mi vida. Es como una danza celestial que nos invita a evolucionar.

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¿Qué consecuencias trae la alineación de los planetas? Ay, ¡qué pregunta tan fascinante! A mí, la idea de una alineación planetaria… me pone la piel de gallina, ¿sabes? Siento, de verdad lo siento, una energía… diferente. Como si el aire mismo vibrara, una especie de… ¡pum! en el pecho. Es una sensación difícil de explicar.

Me emociona, sí, me emociona muchísimo. Es como si se abriera una ventana a un universo de posibilidades. Una puerta, como decía antes, pero una puerta enorme, a una transformación que se siente en el alma, ¿no? Como si todo lo viejo, todo ese lastre que uno arrastra, se estuviera desprendiendo… como si me quitaran un peso de encima.

Recuerdo, por ejemplo, la última vez que hubo una alineación… más o menos. Estaba pasando por una época horrible, un trabajo que odiaba, una relación que me destrozaba… y de repente, fue como si esa energía cósmica, esa danza celestial (¡qué cursi suena, pero es que es así!), me diera el empujón que necesitaba. Me animé a renunciar a ese trabajo, a terminar esa relación… y aunque fue duro, mirando hacia atrás, veo que fue el mejor cambio de mi vida. ¿Casualidad? Quizás. Pero… ¿quién sabe?

Claro, sé que no hay evidencia científica que pruebe todo esto. Los científicos dirían que son solo las órbitas de los planetas, bla bla bla… y tal vez tengan razón. Pero a mí, personalmente… me da igual. La ciencia tiene sus explicaciones, y yo… tengo mi corazonada, mi intuición. Y esa intuición me dice que hay algo especial en estas alineaciones. Algo que nos impulsa… como una especie de… ¿energía colectiva? Ay, ¡qué complicado es expresarlo! Pero se siente. Se siente en el cuerpo, en el alma. Es una esperanza, un empujoncito cósmico que, al menos a mí, me llena el corazón. ¡Y eso no lo cambia nadie!