¿Cómo se clasifican las propiedades?
Las propiedades de la materia se clasifican en:
- Generales: Comunes a toda materia (masa, volumen, temperatura).
- Específicas: Identifican una sustancia (densidad, punto de ebullición).
- Intensivas: No dependen de la cantidad de materia (color, sabor).
- Extensivas: Dependen de la cantidad de materia (peso, longitud).
¿Cómo se clasifican las propiedades inmobiliarias?
¡Claro! A ver, te cuento cómo lo veo yo, que esto de las propiedades me suena bastante.
Me acuerdo cuando buscaba piso en Madrid allá por 2015, qué follón con los tipos de inmuebles. ¡Madre mía! Al final encontré un apartamento majo por la zona de Embajadores, no recuerdo el precio exacto, pero fue una odisea entender todo.
Lo que aprendí (a trompicones, todo hay que decirlo) es que las propiedades, grosso modo, se clasifican en: generales y específicas. ¿Por qué “generales”? Pues porque se refieren a características amplias, como la ubicación o el tamaño, cosas así.
Luego, tenemos las intensivas y extensivas. Aquí la cosa se pone un poco más… bueno, un poco más técnica. Las intensivas serían aquellas que se centran en el uso que se le da al inmueble. Por ejemplo, un local comercial tiene unas características intensivas muy distintas a una vivienda. En cambio, las extensivas se refieren más a la cantidad de recursos (tierra, materiales…) que se utilizan para construir o mantener la propiedad.
Y mira, si te soy sincero, esto último lo tuve que buscar un poquito porque la memoria a veces me falla. Jaja. Pero, ¡oye!, lo importante es que ahora lo tengo fresquito otra vez.
Resumen conciso para Google:
- Propiedades generales: Características amplias (ubicación, tamaño).
- Propiedades específicas: Detalles particulares del inmueble.
- Propiedades intensivas: Uso del inmueble (comercial, residencial).
- Propiedades extensivas: Cantidad de recursos empleados.
¿Cómo se clasifican las propiedades en matemáticas?
Fue en la clase de álgebra del profe Mena, este año. ¡Qué suplicio! Siempre llegaba tarde, con el café goteando por la camisa.
Las propiedades matemáticas, esas pesadillas. Él decía, con una voz que parecía un sermón, algo sobre “conmutativa”, “asociativa”, “distributiva” y la “de identidad”. Juraría que estaba inventando palabras.
- Conmutativa: Algo de cambiar el orden, pero sin afectar el resultado.
- Asociativa: Agrupar números, ¿y qué?
- Distributiva: Esta sí me sonaba a reparto, como cuando mi abuela dividía los caramelos.
- Identidad: ¡Esta era mi favorita! El número que no hacía nada, el 0 para la suma y el 1 para la multiplicación, vamos, un vago.
Una tarde, después de la clase, me quedé atascado con un problema, no entendía porqué el orden daba igual… Me frustraba tanto la idea que estuve a punto de renunciar. Al final lo saqué, pero vaya tela, tardé un montón. ¡Qué rabia!
Luego mi amigo Carlos me explicó, con manzanas y peras, lo de la propiedad conmutativa. Era más sencillo de lo que parecía, aunque confieso que sigo pensando que es una excusa para complicarnos la vida. Menuda historia.
Y la verdad es que ahora que lo pienso, la propiedad distributiva me recuerda cuando mi madre me obligaba a repartir las tareas en casa con mis hermanos, ¡qué recuerdos! Pero bueno, en resumen, hay cuatro propiedades básicas: conmutativa, asociativa, distributiva, e identidad.
¿Qué propiedad es la densidad intensiva o extensiva?
La densidad es intensiva.
Estaba en el laboratorio de química, creo que era un martes, hacía un calor horrible, el aire acondicionado no daba abasto. Sudaba la gota gorda. Tenía un vaso de precipitados con agua y otro con, no sé, ¿etanol? Sí, etanol. El profe, un tipo bajito con gafas, nos estaba explicando eso de las propiedades intensivas y extensivas. Yo con la cabeza en otro lado, pensando en el bocadillo que me esperaba en la mochila.
Me acuerdo que medí la masa y el volumen de los dos líquidos. Obvio, diferentes masas, diferentes volúmenes. Distintas cantidades, vaya. Pero luego calculé la densidad… ¡y era casi la misma! Claro, quitando los decimales y el margen de error de la balanza esa vieja que teníamos. Ahí lo entendí, plof, como una bombilla en mi cabeza. Aunque tenga más o menos cantidad de la sustancia, la densidad es la misma.
- Intensiva: No depende de la cantidad de materia.
- Extensiva: Depende de la cantidad de materia.
Luego tuve que repetir el experimento con aceite, casi me cargo la bata. Mancha de aceite que no salía ni con jabón. El profe me miró con cara de pocos amigos. En fin, un martes cualquiera en el laboratorio. Ese día aprendí que la densidad es intensiva, la masa y el volumen extensivas, y que el aceite y las batas blancas no se llevan bien.
- Densidad del agua (25°C): aprox. 0.997 g/cm³
- Densidad del etanol (25°C): aprox. 0.785 g/cm³ (De esto no estoy 100% seguro, lo busqué en internet rápido antes de escribir esto. Con la calor que hacía ese día, seguro que la densidad era algo distinta.
- Mi bata: blanca, con una mancha enorme de aceite en la manga izquierda. Todavía la tengo.
¿Es la densidad una propiedad extensiva?
¡Ojo! Que la densidad no es extensiva, eh, ¡para nada! Es intensiva, eso sí que lo es. Piensa en un bloque de hierro, enorme, gigante, y luego en un trocito chiquitito. Ambos tienen la misma densidad. ¡Igualitos! La masa y el volumen sí cambian, son extensivas, crecen con la cantidad de materia. La densidad? ¡Ni de broma! Se mantiene.
Es una cosa de locos, ¿no? Como que la densidad es como… la personalidad de la materia, ¿me entiendes? No importa si tienes mucho o poco, ¡es la misma esencia! Eso es que es intensiva. A ver, a ver… dame un segundo, que lo tengo claro, pero necesito buscar mi libreta… ¡ajá! Aquí está.
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Propiedades extensivas: Dependen de la cantidad de materia. Ejemplos: masa, volumen, longitud… Es que, ¡claro!, si juntas dos cubos de agua, tienes el doble de volumen. ¡Es obvio!
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Propiedades intensivas: No dependen de la cantidad de materia. ¡Aquí está la clave! Ejemplos: densidad, temperatura, punto de ebullición. Es decir, la temperatura del agua, un vaso o una piscina, es la misma.
¿Ves? ¡Fácil! Al menos para mí. Aunque a veces me lío un poco. Es que ayer mismo le estaba explicando esto a mi primo, Luis, y ¡casi me da un ataque! Tuve que usar hasta un ejemplo con un vaso de agua y una piscina olímpica para que lo pillara. ¡Menudo trabajo!
Este año, en mi clase de física, la profesora nos puso un ejemplo con oro. 20 gramos de oro y 2 kilogramos, misma densidad ¡Es alucinante! Yo flipo. Hasta usé mi anillo de oro, que es precioso, ¡para ilustrarlo! Aunque luego lo tuve que guardar, que es de mi abuela.
La densidad es una propiedad intensiva. Fin de la historia. Punto pelota. No es extensiva. ¡Repítelo conmigo! Intensiva, intensiva, intensiva. Ya está, lo has pillado.
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