¿Cuál es el primer paso para emprender?

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¡Uf, emprender! Para mí, el primer paso no es un plan de negocios rígido, aunque es importante. Es más bien un salto de fe, una decisión visceral. Sientes esa chispa, esa necesidad de crear algo propio, y ahí empieza todo. Debes lanzarte, explorar tu idea, hablar con gente, validar tu propuesta... el plan se construye en el camino, pero ese primer impulso, esa valentía, es lo fundamental. No esperes a tenerlo todo perfecto, ¡el miedo te paraliza!

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¿Cuál es el primer paso para emprender? Uf… ¡Emprender! Suena a algo enorme, ¿no? Como escalar el Everest en chanclas. Para mí, y créeme que le he dado mil vueltas a esto, no se trata de un plan de negocios impecable y encuadernado en piel, con proyecciones a cinco años vista y toda la parafernalia. Claro que eso es importante, eventualmente. Pero el verdadero primer paso, el que de verdad cuenta, es… ¿cómo decirlo? Un salto al vacío. Una corazonada. Casi visceral, ¿sabes?

Es como cuando te enamoras. No haces un estudio de mercado sobre la compatibilidad de caracteres, ¿o sí? Simplemente… ¡zas! Sientes esa chispa, esa necesidad imperiosa de construir algo juntos, algo tuyo, algo… diferente. Y ahí, justo ahí, empieza todo.

Para mí fue con las mermeladas artesanales. Sí, ya sé, suena rarísimo, pero mi abuela hacía unas mermeladas de naranja… ¡de otro planeta! Y un día, no sé ni por qué, pensé: “¿Y si…?”. Me lancé, sin tener ni idea de lo que estaba haciendo. Hablé con amigos, con familia, con el frutero del barrio… Le regalé un par de frascos a la dueña de una tiendecita ecológica y… ¡boom! Empezaron los pedidos.

El plan de negocios, ese con las proyecciones y las hojas de cálculo, vino después. Mucho después. Primero fue el impulso, las ganas, esa especie de locura que te dice “¡hazlo, aunque te tiemblen las piernas!”.

He leído por ahí que el 80% de las nuevas empresas fracasan en los primeros cinco años. Aterrador, ¿verdad? Pero, ¿sabes qué? Si no lo intentas, el fracaso está asegurado al 100%. Así que, lánzate. Explora tu idea, dale forma, habla con la gente, valida tu propuesta… El plan, créeme, se construye en el camino. Pero ese primer impulso, esa valentía inicial, esa chispa… eso es lo fundamental. No esperes a tenerlo todo perfecto. La perfección no existe. Y además, el miedo… ¡el miedo te paraliza! Te lo digo yo, que casi dejo que el mío me ganara. Y menos mal que no. Porque, a ver, ¿te imaginas un mundo sin mi mermelada de naranja? Una pena, ¿no? 😉