¿Qué es la renuncia al beneficio de excusión?

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La renuncia al beneficio de excusión significa que el fiador renuncia a su derecho de exigir al acreedor que primero intente cobrar la deuda al deudor principal antes de exigirle el pago a él. Al renunciar, el fiador se vuelve solidario con el deudor principal.

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¿Renunciar al beneficio de excusión? ¿En serio? Suena a algo súper legal y complicado, ¿verdad? Pues a ver, te lo explico como si estuviéramos tomando un café. Imagínate que tu amigo Pepe quiere un préstamo para su mega proyecto de food truck de arepas veganas (¡qué idea, ¿no?). El banco, claro, quiere asegurarse de que le devuelven la pasta, así que le pide un aval. Entras tú, como buena amiga, y firmas como fiadora.

Normalmente, si Pepe no paga (esperemos que no, las arepas suenan deliciosas), el banco primero tendría que ir a por él, intentar sacarle el dinero, embargarle la freidora, no sé… Ese es el “beneficio de excusión”: que te “excusen” de pagar hasta que hayan agotado todas las opciones con el deudor principal.

Pero… ¿qué pasa si renuncias a este derecho? Ahí la cosa se pone seria. Renunciar al beneficio de excusión es como decirle al banco: “Mira, yo me hago responsable, da igual lo que pase con Pepe y sus arepas, si él no paga, vengo yo y te lo doy”. Te conviertes en deudora solidaria, ¡casi como si hubieras pedido el préstamo tú misma!

A mí una vez me pasó algo parecido, aunque no con un food truck, sino con el alquiler de un piso para una amiga que empezaba la universidad. Yo, toda inocente, firmé sin entender mucho la letra pequeña. Resulta que había renunciado al beneficio de excusión sin darme cuenta. Menos mal que mi amiga era responsable (más que Pepe con sus arepas, seguro) y pagó religiosamente todos los meses. Si no… ¡me veía yo pagando un alquiler que no era mío!

Así que, ojo al dato. Antes de firmar nada, lee bien todo, pregunta, infórmate. No vaya a ser que te encuentres con una sorpresa desagradable. Que luego vienen los lloros… y no hay beneficio de excusión que te salve.