¿Cómo se le dice al que tiene sed?

¿Cómo se le dice al que tiene sed? Ay, Dios mío, qué pregunta… me pone la piel de gallina solo de pensarlo. Me da una pena terrible ver a alguien sediento, ¿sabes? Esa boca reseca, esos labios agrietados… y esa mirada, apagada, como si una luz interior se hubiera ido apagando poco a poco. Es que la sed… ¡es algo tan básico, tan profundamente humano! Decirle simplemente “sediento” me suena tan… frío, tan impersonal. Es como si le estuviera diagnosticando una enfermedad en vez de reconocer su necesidad.

Recuerdo una vez, estaba en un mercado en Marrakech, un calor infernal, y vi a una niña pequeña, muy flaquita, con la carita llena de polvo… sus ojos brillaban, pero no de alegría, sino de… sed. Una sed desesperante. Le ofrecí mi botella de agua, ¿y sabes qué? Bebió como si le fuera la vida en ello, tan rápido que me dio hasta un poco de miedo. En ese momento entendí, de verdad entendí, lo que significa la sed más allá de la simple definición. No es solo la falta de agua, ¿no? Es una urgencia, una angustia… una llamada a la vida.

Para mí, un simple “tienes sed, ¿verdad?” dicho con cariño, es mucho mejor que cualquier otra cosa… quizás un “déjame darte un poco de agua, cielo” si la situación lo permite. Si es algo grave, “estás deshidratado, ¿quieres que te ayude?” funciona mejor que un simple diagnóstico frío. Pero si veo a alguien con esa ansia… con ese deseo profundo de agua… me parte el alma de verdad. Quiero, necesito, ofrecerles un poco de alivio, algo fresco, algo que les devuelva la luz a los ojos… Algo que les recuerde que no están solos. Porque la sed, a veces, es mucho más que sed, ¿no crees? Es una llamada de auxilio silenciosa.

#Asediado #Sed #Sediento