¿Qué le dijo un piojo a un pelado?

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Tras un largo viaje, un piojo exclamó a su compañero al alcanzar el cuero cabelludo desprovisto de pelo: ¡Hemos llegado a la calva! ¡Al fin, una superficie lisa y despejada!

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El Dilema Capilar del Piojo Viajero: Un Encuentro Inesperado con la Calvicie

La vida de un piojo es, sin duda, una aventura a pequeña escala. Un constante peregrinaje en busca del lugar perfecto para alimentarse y perpetuar su especie. Imaginemos, entonces, el agotamiento de un piojo, pequeño pero persistente, que ha emprendido un largo viaje, aferrado a un cabello que prometía un destino exuberante y fértil. Sus pequeñas patas, ya entumecidas, anhelaban la comodidad y la seguridad de un frondoso bosque capilar.

Pero la realidad, como suele ocurrir, tenía otros planes. Tras horas de travesía, el piojo viajero, con la esperanza renovada al vislumbrar el final del camino, se encuentra con un panorama desolador. A su lado, otro piojo, quizás más experimentado o simplemente más curtido en las vicisitudes de la vida capilar, espera expectante. Ambos aguardan el aterrizaje, anticipando la promesa de una nueva colonia, de un festín interminable.

Y entonces, el golpe de realidad. En lugar de la densa selva de cabellos que esperaban, se toparon con una extensión lisa, brillante y completamente desprovista de vegetación capilar. Una calva, un desierto en medio de lo que debería ser un oasis para un piojo.

La reacción del piojo viajero, agotado y quizás un poco desilusionado, fue de puro asombro. Después de todo, ¿quién podría culparlo por esperar lo esperado? Así que, con un dejo de sarcasmo y una pizca de resignación, exclamó a su compañero:

“¡Hemos llegado a la calva! ¡Al fin, una superficie lisa y despejada!”

La ironía, por supuesto, no escapa a nadie. Para un piojo, cuya subsistencia depende del cabello, una calva representa el fin del camino, la antítesis de la abundancia. Su “superficie lisa y despejada” no es un paraíso, sino un terreno baldío donde la supervivencia es una quimera.

Esta pequeña anécdota, aunque humorística, nos invita a reflexionar sobre las expectativas y la realidad. A veces, nos encontramos con situaciones inesperadas, con caminos que se bifurcan y nos llevan a lugares que no habíamos previsto. Y, como el piojo viajero, lo mejor que podemos hacer es afrontarlo con una dosis de humor y buscar, quizás, una nueva dirección, un nuevo cuero cabelludo donde florecer. Después de todo, la vida es una constante búsqueda, incluso para un piojo viajero. Y quizás, solo quizás, la calva no sea el final del camino, sino el comienzo de una nueva aventura.