¿Cómo afectan los colores al cerebro?

¿Cómo afectan los colores al cerebro? Pues… ¿quién sabe exactamente cómo funciona la magia, no? Pero que funcionan, ¡funcionan! Lo siento en mis propias carnes. A veces, cuando estoy con mil cosas en la cabeza y estresada, me pongo a mirar algo azul, ¿sabes?, como el cielo en un día despejado… o el mar… Y es como si de repente todo se calmara un poco por dentro. Me relaja, me da paz. Azul profundo, violeta… Esos colores como misteriosos, ¿no te parece?

Es curioso, porque si me siento apagada, sin ganas de nada, ahí es donde entra el naranja o el amarillo chillón. En serio, es instantáneo. Recuerdo una vez, estaba supertriste, con un bajón tremendo, y me puse una camiseta naranja butano, ¡la más llamativa que tenía! No sé, me ayudó a sentirme… mejor. No sé si fue placebo o qué, pero me dio como una inyección de energía. Con el amarillo me pasa algo parecido, como si me diera un chute de optimismo. ¡Me encanta!

De verdad que creo en el poder de los colores. He leído por ahí que influyen en el estado de ánimo, en la concentración, incluso en el apetito. No me sé las cifras exactas ni los estudios ni nada de eso, pero… ¿hace falta? Basta con observar cómo te hacen sentir, ¿no? Yo, por ejemplo, en la cocina tengo mucho amarillo y naranja. No sé si será por eso, pero siempre me dan ganas de cocinar ahí. En cambio, el dormitorio lo tengo en tonos azules y grises, para descansar mejor. Pequeñas cosas que, al final, creo que marcan la diferencia. Igual es psicológico, ¿quién sabe? Pero a mí me funciona.

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